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El pugilato

Han sido tan complicadas las relaciones con los EE. UU. que en los seis primeros meses de gobierno Trump, a más de 106.000 colombianos se les ha negado la visa norteamericana.

hace 9 horas
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  • El pugilato

Por Alberto Velásquez Martínez - opinion@elcolombiano.com.co

Hay incertidumbre sobre el inmediato futuro de las relaciones entre Colombia y Estados Unidos. El ambiente no puede ser menos propicio. No solo está enrarecido, sino que tiende a oscurecerse más. Ya lo advirtió el embajador gringo a su regreso a Colombia: “Es una relación extraviada”. E insistió en que “persisten las preocupaciones de mi gobierno por la retórica y acciones en los más altos niveles del Gobierno colombiano que ponen en riesgo la asociación históricamente cercana entre nuestros dos países”.

A pesar de esta declaración/advertencia, la administración petrista sigue cometiendo errores, más que imprudencias. Ya se había apartado de Israel para reclinarse en el hombro palestino. Ahora convoca a una conferencia para aliarse con Gaza, en la cual participará la relatora de la ONU para Palestina, quien ha sido sancionada por EE. UU. por “antisemitismo y apoyo al terrorismo”. El ministro de Justicia anuncia, para arder más a las autoridades gringas, que no habrá más extradiciones de narcos en función de la “paz total”. Provocaciones, una tras otra, que no solo podrían confirmar las pesimistas afirmaciones del embajador McNamara sobre las deslucidas relaciones estadounidenses con Colombia, sino acercarnos más a la temida descertificación.

Ya Trump le cargó la mano a México aplicándole aranceles del 30% a sus exportaciones hacia los mercados norteamericanos. Fundamenta ese acto impositivo sindicando a ese país de invadirlos con fentanilo y no hacer lo suficiente para frenar ese comercio ilícito. ¿Qué podrá esperar entonces Colombia, que inunda de droga no solo al mundo sino a los gringos —debido a su exorbitante demanda— dada la explosión de la producción de coca en sus áreas cultivadas y su exportación hacia los centros de consumo del norte? El país aún no ha logrado negociar con EE. UU. el arancel impuesto del 10% que afectaría al 30% de las exportaciones colombianas. Y con todos estos líos aumentados por la cercana simpatía del Gobierno colombiano hacia China, su arrimada al grupo de los Brics y su formal ingreso a ese banco —contraparte de los organismos de crédito multilaterales de Occidente— podría, como revancha del capataz gringo, recibir Colombia como castigo, aranceles más onerosos. Entonces el panorama sí que se volvería color de hormiga.

Han sido tan complicadas las relaciones con los Estados Unidos que en los seis primeros meses de gobierno Trump, a más de 106.000 colombianos se les ha negado la visa norteamericana. Para morigerar ese tratamiento hostil a viajeros colombianos se requiere de un lenguaje diplomático fluido. Pero ni el presidente gringo ni el caribeño lo practican. Y sin él, es bien difícil normalizar todo tipo de relaciones. No es fácil armonizar criterios del rubio emperador que aspira a manejar a fuete al mundo, con el delirante que divide a Colombia. Parecen mellizos en su capacidad de crear hostilidades y rupturas.

Alguien nos decía con euforia que en esa batalla de tercos y ególatras no se pierde tiro. Lo malo es que, de persistir y agudizarse el pugilato, el candidato más opcionado a quedar tendido en la lona no sería propiamente el gringo...

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