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Vuelve una historia ya contada

La desordenada esquina opositora no ha logrado en más de dos décadas y media ponerse de acuerdo en la forma de enfrentar a la enorme maquinaria que administra el país desde el siglo pasado.

11 de octubre de 2023
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  • Vuelve una historia ya contada

Por David E. Santos Gómez - davidsantos82@hotmail.com

El domingo 22 de octubre la oposición al chavismo votará sus primarias para elegir el candidato único que se enfrentará a Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales del 2024. El evento significará un sismo político en el país vecino y, al mismo tiempo, renovará la discusión sobre la realidad democrática venezolana después de un dilatado letargo en el que el Partido Socialista Unido de Venezuela profundizó su dominio sobre el ejercicio público.

La desordenada esquina opositora no ha logrado en más de dos décadas y media ponerse de acuerdo en la forma de enfrentar a la enorme maquinaria que administra el país desde el siglo pasado. Sus disputas internas - que van desde las peleas programáticas a las traiciones - han sido fundamentales para que Hugo Chávez primero y Nicolás Maduro después lograran mantenerse en la presidencia sin mayores dificultades. Nadie duda hoy -a excepción de un grupúsculo de radicales que admiran ciegamente el modelo socialista del siglo XXI- que la democracia vecina es manipulada a deseo del partido gobernante, pero sin duda la falta de organización y de seriedad de la política opuesta le facilitó la hegemonía.

Más de una decena de candidatos compiten en la carrera. El gobierno, con tentáculos en cada uno de los entes nacionales, quiere frenar a toda costa la votación, pero la maquinaria sigue su avance. María Corina Machado, vieja conocida de la política venezolana, contraria al chavismo desde sus primeros días, lleva una amplia delantera. De ganar tendría que enfrentarse a una inhabilidad de 15 años para ejercer cargos públicos impuesta por la Contraloría, un escollo que sus seguidores ven como una jugarreta más del gobierno - o “régimen” o “tiranía” como lo nombran - y que Machado dice poder superar una vez enseñe músculo electoral en las calles.

Aún con la fuerza renovada de esta oposición que se muestra unida, con la seguridad que expresa María Corina en sus declaraciones o incluso, con la baja popularidad del oficialismo incluso en las barriadas chavistas, no deja de parecer un déjà vu la esperanza que se vive entre aquellos que quieren ver el fin del gobierno de Maduro. Tantas veces se le ha puesto fecha de caducidad al movimiento que aglutinó Hugo Chávez, desde el golpe de estado de 2002 a la presidencia paralela de Juan Guaidó, de las elecciones presidenciales con derrota para Manuel Rosales o Henrique Capriles a la enfermedad y muerte del jefe máximo en 2013, que cuesta trabajo pensar que ahora será diferente.

Solo queda esperar. La fortaleza que logre la oposición en las urnas y la capacidad de sortear los ataques - legales e ilegales - que recibirá del oficialismo serán la base del futuro de su proyecto. En este momento el viento parece favorable para ellos, pero sus derrotas han sido tantas y han durado tanto tiempo, a veces ocasionadas por ellos mismos, que solo podrán levantar los brazos cuando estén sentados en la silla de Miraflores.

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