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“La política monetaria debe seguir siendo acomodaticia, sobre todo en los casos en que la inflación está descendiendo más allá de los niveles fijados como meta. Pero esta estrategia debe ir acompañada de medidas comerciales sólidas que eleven las perspectivas y mitiguen los riesgos a la baja. Al estar las tasas de interés en niveles persistentemente bajos, las herramientas macroprudenciales deben ser utilizadas para impedir la acumulación de riesgos financieros.
La política fiscal debe equilibrar los objetivos de crecimiento, equidad y sostenibilidad, lo que incluye la tarea de proteger a los más vulnerables de la sociedad. Los países que cuenten con espacio fiscal deben invertir en infraestructura física y social para elevar el crecimiento potencial. En el caso de una desaceleración marcada, la distensión monetaria debe ir acompañada de un movimiento sincronizado hacia políticas fiscales más acomodaticias, teniendo en cuenta las circunstancias específicas de cada país.
Por último, la cooperación más estrecha entre los países es ahora una necesidad más urgente que nunca. Además de resolver las tensiones en los ámbitos comercial y de la tecnología, los países tienen que mancomunar esfuerzos...”.