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El Gobierno de Duque comenzó con el cuento de que no haría ningún acto de componendas, mermelada o gestos burocráticos con otros partidos para tener gobernabilidad, pero a los partidos cercanos que lo acompañaron en la campaña presidencial les mantuvo los cargos que venían del gobierno anterior. Y a medida que ha pasado el tiempo, al necesitar mayor capacidad de maniobra, ha entregado ministerios y cargos de alto rango a Cambio Radical, partido de la U y al Conservador. El gobierno ha venido adoptando esa práctica de comprar apoyo político con cargos.
Pero lo más preocupante es la manera autoritaria como ha venido manejando el tema de la pandemia. Ese alud de decretos sin ningún control político, impulsando unas sesiones virtuales insulsas en el Congreso, ha impedido que haya verdaderos debates.
Es increíble la desconexión del Gobierno con la realidad política fuera de sus partidos tradicionales y de su manejo del combo de cargos y contratos. En lo de la política de paz ha sido morrongo. No puede deshacer el acuerdo porque constitucionalmente no es posible, pero ha hecho lo posible por impedirlo.
En política internacional, tiene actitud de abyección frente a los que le ordenan en la Casa Blanca y el Pentágono.