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“Las oportunidades las presentan calvas. El país tiene un gran déficit de empleo, particularmente en el segmento de mano de obra poco calificada, agravado por fenómenos como la migración venezolana y la automatización. A nuestra puerta está tocando un negocio que ha demostrado poder absorber una gran cantidad de trabajadores a un salario relativamente competitivo, y que además tiene el potencial para generar aumentos de productividad y beneficios para firmas pequeñas o rurales, como la asociatividad y la reducción de los márgenes de intermediación. Tenemos dos opciones: podemos cerrarle las puertas o buscar una solución intermedia. Por ejemplo: retenciones de la seguridad social por parte de las firmas, acompañadas de mejoras en bienestar laboral y de una normativa para contrataciones por horas; que, además, mejoraría la participación femenina y de jóvenes estudiantes en todo mercado laboral. Pero la oportunidad de realizar esta reforma es única: existe la amenaza de precarización del trabajo. Esta amenaza es muy válida en los países desarrollados, donde los trabajadores de las plataformas digitales provienen del sector formal; pero es una amenaza relativa en los países en desarrollo donde los trabajadores pueden venir del sector informal o del desempleo”.
