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No cabe otra actitud y reacción distinta a condenar el hecho y expresar dolor, porque se trata de compatriotas que han tenido la misión de vestir el uniforme del Ejército, y que murieron en unas condiciones en las cuales no hay nada distinto al rechazo.
Es necesario señalar que estas situaciones lamentables y tristes han sido parte de nuestro conflicto armado, y así como hoy lloramos esas muertes, también no hay que perder de vista que en los últimos tres meses y medio el país experimentó un decrecimiento real de las acciones militares en general, y en especial de las acciones ofensivas de las Farc.
La orientación en la que hay que avanzar es en la búsqueda del cese bilateral y definitivo de hostilidades, porque es la única manera de salir del conflicto armado.
No se ha oficializado un rompimiento por parte de las Farc de su tregua unilateral, aunque este hecho la rompe, por ser una violación evidente de ese compromiso. Pero no se trata de un punto final, y no creo que sea lo deseable, como tampoco que haya más bombardeos y muertos en Colombia por el conflicto.
Habrá que encontrar mecanismos idóneos, sólidos, que permitan un alto el fuego que sea verificable. Este hecho, además, amerita explicaciones y elementos para entender, después de una tregua constatada, por qué se produjo este hecho y en qué circunstancias.
