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Kennedy dijo una vez: “no preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país”. Hoy mi país, Chile, todavía es libre, pero su libertad está amenazada. Eso me está diciendo qué puedo hacer por él y mi respuesta es “votar Rechazo” el 25 de octubre.
La Constitución de 1980 nos dio la libertad de que gozamos. Cuando entró a regir la plena democracia, en 1990, el jurista radical Enrique Silva Cimma, que era canciller de (Patricio) Aylwin, se declaró públicamente admirado de la forma en que esa Constitución garantizaba los derechos y las libertades de las personas.
Los partidarios de que el Estado resuelva todo han diseñado un plebiscito inmoral (porque se suspendió el 25 de abril debido a que había 500 contagios diarios y, en cambio, no se suspende ahora, que hay 1.500 contagios diarios). Es que los partidarios del Estado todopoderoso, cuyo tamaño han multiplicado por siete veces entre 1990 y 2019 y que ya llega a un millón de funcionarios, están ansiosos de tener más poder y de controlarlo todo.
Si las personas libres no acudimos masivamente a votar Rechazo, cometeremos un verdadero atentado contra nuestra libertad, del cual nunca nos vamos a terminar de arrepentir.