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Pongamos esto en contexto. Como hemos discutido antes, nosotros estábamos en Afganistán con un objetivo principal que era reducir a los individuos que nos habían atacado el 11 de septiembre. Esa fue la razón por la cual llegamos a Afganistán hace veinte años. En ese tiempo, sometimos a Osama bin Laden y disminuimos la amenaza que para Estados Unidos representaba Al Qaeda en Afganistán, hasta un punto en el cual ese grupo no podía atacar de nuevo desde ese país. Estamos conservando en la región la capacidad de prevenir el renacimiento de una amenaza terrorista y de poder manejarla si se presenta. En la medida en que en primer lugar llegamos a Afganistán con ese fin, hemos tenido éxito y alcanzado nuestros objetivos. Cuando el presidente llegó al poder, teníamos una decisión que tomar. La anterior administración negoció y acordó con los talibanes que las fuerzas estadounidenses, o las que todavía estaban en el país, alrededor de 2.500 efectivos, debían dejar Afganistán el primero de mayo. La idea de que el status quo debía haberse mantenido para conservar las tropas allí, es simplemente errado. El hecho es que si el Presidente hubiera decidido mantener las tropas más allá del primero de mayo, los ataques sobre nuestras fuerzas habrían reiniciado