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Hay dos lecturas para esta encuesta de la Universidad de Medellín: la primera es que esta migración masiva afecta, sin duda, aspectos como la sobrepoblación, el subempleo, la inseguridad, la prostitución y la indigencia. No hay duda. Pero se trata de aspectos negativos relacionados con la minoría de quienes llegamos.
Las cifras oficiales hablan de 116 mil venezolanos en Antioquia, pero con el subregistro podemos ser 140 mil. A finales de 2020, esa cifra sería casi de 300, según estimativos de la ONU, y de 4 millones de migrantes en Colombia. Pero ese impacto no se puede generalizar, no todos los venezolanos vienen con esa intención.
Hay que valorar que la encuesta confirma que el 78 % de la gente no se molesta con nuestra presencia. Hay otra realidad: compatriotas que están haciendo emprendimientos, aportan en salud y pagan impuestos. La próxima encuesta debe ampliarse a rescatar aspectos positivos.
Hay una realidad: Medellín en desempleo está por encima de la media nacional y, entre tanto, desde diciembre no hay permisos especiales de permanencia para los llegados en 2019. Por eso se alimenta el mercado de la informalidad.
No hay un plan serio, detallado, ni en los gobiernos actuales ni en los candidatos a la alcaldía de Medellín, para enfrentar el fenómeno. Estamos dispuestos, y tenemos un plan diseñado, para aportar, porque la proyección es que la crisis y la oleada migratoria seguirán creciendo.