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La presencia de los mexicanos en Cauca y la Costa Pacífica es cuento viejo. Sale a flote ahora por los incidentes con los indígenas, pero desde hace rato se había advertido, con información fidedigna, incluso con la captura de algunos de ellos en Bogotá, Cali y otras ciudades.
Hay que proyectar su influjo más allá de la simple presencia. Se habla de que compran tierras y laboratorios completos.
Dentro de las nuevas amenazas para los Estados y las fuerzas de seguridad, están las estructuras transnacionales del crimen, con capacidad de mover grandes capitales por medios electrónicos y de ejercer violencia sin fronteras. Son las “guerras híbridas” mencionadas en el plan de defensa del Gobierno Nacional. Lo del Cauca es similar a esa presencia mexicana: se dijo hace bastante tiempo. Se ve, una y otra vez, caer al Cauca en la desgracia.
No solo se produce para el microtráfico interno sino que es corredor del 70 por ciento de la droga que sale al Pacífico. El Cauca es cabeza estratégica de una franja que llega a Venezuela y manejan Gentil Duarte, El Paisa, Mordisco e Iván Márquez, tratando de revitalizar a las “nuevas Farc”. Hubo descuido del Estado que cedió allí territorio, leyes, economía y seguridad. Los indígenas, lamentablemente, están pagando con sangre su vinculación con fenómenos de ilicitud y narcotráfico y el Estado está perdiendo soberanía en esa ruta del Sur.