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El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunció el lunes pasado haber enviado una carta el rey de España Felipe VI pidiéndole que, con ocasión de los 500 años de la conquista española de México, se excusara por el “abuso” cometido contra los pueblos indígenas. La respuesta del gobierno español fue rechazar de forma tajante la solicitud porque “la llegada de los españoles a las actuales tierras mexicanas no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas”.
Que la colonización de América por los europeos, y no solo de México por los españoles, fue un evento traumático, es algo que nadie niega hoy en día, incluso hay estudios recientes que precisan que el genocidio a manos de los colonos y de las enfermedades que introdujeron llevó a que la población en el nuevo continente pasara de 60,5 millones de personas antes de 1492 a 14,4 millones después de esa fecha. Se ha establecido también que la dramática caída de la población también provocó el abandono masivo de tierras de cultivo y, con esto, la reducción de las emisiones de carbono (Koch et al, Earth system of the european arrival and great dying in the Americas after 1492, in Quaternary science reviews Vol. 207, March 2019).
Por la magnitud de la catástrofe, no es la primera vez que se hace ese reproche a la madre patria, antes se habían referido a esto historiadores o representantes de los pueblos indígenas, en esta ocasión lo que causa tanto revuelo es que sean palabras de un presidente mexicano en ejercicio. Surge entonces la pregunta acerca de cuál es la verdadera razón de ser del pronunciamiento de AMLO.
No basta con acudir al argumento de que a AMLO lo mueve su legendaria demagogia, hay algo más. Es claro que con este movimiento va a consolidar su ya alta popularidad, al fin y al cabo, hurgar en la vieja herida del sojuzgamiento violento de los pueblos indígenas siempre traerá réditos políticos, pues a muchos votantes despistados siempre les va a parecer una bandera atractiva que se haga un llamado a cuentas a los conquistadores. Pero no es lo único.
Lo verdaderamente importante es que la carta de AMLO revela la imagen que quiere tener en América Latina, como parte fundamental de su política de relaciones exteriores, su postura nacionalista viene a sumarse a la renuencia a apoyar a la comunidad de países latinoamericanos que buscan que Maduro abandone el poder en Venezuela. AMLO sabe que es la esperanza que tiene la izquierda en la región, después del fracaso estrepitoso de sus políticas en Venezuela, Brasil, Nicaragua y Argentina, y busca por ello crear un nuevo discurso.
La jugada es arriesgada, porque al fin y al cabo España es un socio muy importante para México. En efecto, según la información de la balanza de pagos mexicana, entre 2015-2017 España era el segundo proveedor de inversión extranjera en México, después de Estados Unidos y antes de Canadá. Una inversión que va al sector turismo, bancario, infraestructura y de producción de energía eléctrica. Los empresarios españoles que han hecho esas inversiones en México están preocupados, pues si bien saben que México necesita la inversión española, también las empresas españolas necesitan el mercado mexicano. Sin embargo, todo esto parece pasar a un segundo plano en el juego estratégico que está planteando AMLO.