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La relación entre Colombia y Estados Unidos enfrenta un nuevo interrogante: ¿Tendrá lugar la reunión cara a cara Duque-Biden el próximo lunes? Ese día el mandatario colombiano hace una visita a Washington antes de viajar el martes a Nueva York para asistir a la tradicional Asamblea de Naciones Unidas.
Desde hace unas semanas se filtró en medios de comunicación la noticia de que el embajador de Colombia en Estados Unidos estaba tratando de concertar esa cita. Sin embargo, al día de hoy no se ha informado si ya logró incorporar al presidente Duque en la selecta agenda de uno de los hombres más poderosos del mundo.
La foto con Biden, que puede parecer trivial para algunos, hoy sería una suerte de trofeo de la política exterior del Gobierno. En la diplomacia las fotos de apretón de manos tienen un gran peso político y dejan huella para la historia. O si no que lo digan las de Donald Trump con Kim Jong-un, en 2018; o la de Obama con Raúl Castro, en 2013. Por supuesto, la fotografía de la que estamos hablando no tiene ni de lejos ese peso específico. Pero para la comidilla política local sí tiene un significado.
Sobre todo porque las relaciones han estado algo fracturadas. Francisco Santos, recién dejó la embajada de Washington en junio pasado, reconoció que la intervención de militantes del Centro Democrático en la campaña presidencial de Estados Unidos, y en particular en la Florida, a favor de Trump había dejado heridas abiertas en Washington: sobre todo porque trataron de mostrar a Biden como un comunista.
Por eso desde que Biden tomó posesión hasta el día que tuvo una conversación telefónica con el presidente Duque pasaron cinco meses. Y se dio como un gesto de solidaridad de Biden por los disparos que recibió el helicóptero en el que se desplazaba el mandatario colombiano a finales de junio. Con la llamada se dieron nuevos coqueteos: Biden ofreció 2,5 millones de vacunas regalo, que efectivamente llegaron y fueron de gran utilidad en el duro pico de covid que Colombia atravesaba esos días. Duque por su parte respondió el gesto y aceptó también darle una mano en la crisis de migrantes afganos acogiendo a 4.000 aliados de Estados Unidos que huyen de los talibanes. Y el último guiño se dio hace apenas dos días con el visto bueno que le dio Biden a Colombia en materia de drogas.
Aunque la certificación se esperaba, no es poca cosa. El fantasma de la descertificación -que tanto asustó en Colombia en los años 90- estaba rondando de nuevo desde hace cuatro años cuando el entonces presidente Donald Trump en su primer memorando al Congreso, dijo que estuvo a punto de descertificar al país por el desmesurado crecimiento de los cultivos de coca y hasta advirtió en ese entonces que podría quitarle el aval en 2018. Y esa amenaza pendió sobre Colombia como espada de Damocles durante todo el gobierno del republicano.
El lunes sabremos entonces qué tanto se han limado las asperezas entre Bogotá y Washington. Se sabrá si la dupla Marta Lucía Ramírez, canciller, y Juan Carlos Pinzón, embajador, resulta más eficaz que la dupla Blum-Santos. En últimas sería muy extraño que Estados Unidos deje el sabor de un desplante teniendo en cuenta que Colombia sigue siendo el gran aliado de Estados Unidos en esta parte del continente. Y no es que Estados Unidos tenga demasiados aliados por aquí por estos tiempos