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Cae el telón del 2022. Así como el 2020 fue el año del encierro por el covid y el 2021 fue el de la vacuna, ¿qué fue el 2022? ¿El año para sacudirnos del trauma de la pandemia? ¿O el año para recuperarnos de ella? ¿O el año en que ya no importó el covid?
Hay un adjetivo que tal vez muchos conocen pero poco se usa. La RAE lo define como algo ‘que no se puede explicar con palabras’. Y en ese orden de ideas parece encajar perfecto con el año que termina: el 2022 fue un año inefable.
En el mundo la noticia dominante fue la invasión masiva de Rusia a Ucrania. En la madrugada del 24 de febrero, el presidente ruso Vladimir Putin lanzó una escalada de agresiones militares que no se veían en Europa desde 1945, y el orden mundial dio un giro de 180 grados. El Kremlin cerró el chorro de gas que lleva energía a Europa para intentar desestabilizar las economías de la región y quebrar el apoyo cerrado a Ucrania. Pero Ucrania resistió y utilizando el factor sorpresa y misiles de largo alcance británicos y estadounidenses logró recuperar territorios como Jersón, claves para el acceso al mar Negro.
En el 2022 nos dijeron adiós varias figuras que han sido referentes. El mundo despidió a la reina Isabel, que de tanto vivir parecía ya la reina de todos; coronó finalmente a Messi como rey del fútbol, mientras agonizaba el otro rey, Pelé; y despedimos también a Darío Gómez para ratificar su histórica frase de que nadie es eterno en el mundo.
En Colombia llegó la izquierda al poder por primera vez en sus 200 años de historia republicana. Casi la mitad del país se puso feliz y compró la idea del cambio. Y la otra mitad del país entró en modo de nervios. El dólar también se asustó y se dedicó a romper récords en los primeros cuatro meses de gobierno. El nuevo presidente, apoyado por viejos zorros de la política, logró crear una aplanadora para aprobar sus proyectos en el Congreso.
En el 2022 también nació Damián. El bebé de República Dominicana que fue elegido como símbolo de la llegada del habitante número 8.000 millones de la tierra. ¡8.000 millones! Una cifra que puede ser un acto de fe porque de todas maneras se basa en proyecciones de Naciones Unidas. El número de todas maneras es impresionante sobre todo si recordamos que en apenas 25 años crecimos en 2.000 millones de personas, en ese entonces éramos ‘apenas’ 6.000 millones.
Esa realidad numérica nos lleva a tal vez lo más trascendental que ocurrió este año que ha sido la constatación de que el planeta está siendo sometido a una presión muy grande. Todo lo demás puede ser apenas una anécdota en la historia.
En Medellín y en general en Antioquia no ha dejado de llover en dos años. De la otrora ciudad de la eterna primavera parece que hemos pasado a ser la ciudad de la eterna llovedera. Y también de la eterna relampagueadera. En una semana de marzo de este año se contaron 1.099 descargas eléctricas.
Lloramos con la muerte de tres niños atrapados por un derrumbe en una escuela de Tapartó, en Andes. También con la muerte de 12 mineros por un alud en Abriaquí. Y también nos preocupó el desprendimiento de un pedazo de montaña en San Antonio de Prado. Cada día del 2022 se dio un deslizamiento de tierra en Antioquia, al menos en la estadística dada en agosto. Por no hablar de lo ocurrido en el resto del país con casos como el alud que sepultó un bus, 34 personas murieron y la nota de esperanza la dio una niña de 9 años, Saray, que sobrevivió a la tragedia.
La Niña, el fenómeno de La Niña, que no nos ha dado mayor descanso en estos dos últimos años, además ha hecho aún más difícil transitar por el departamento: por cuenta de las lluvias hoy existen 258 puntos críticos en las vías.
Los científicos no se han puesto de acuerdo si La Niña intensa es producto o no del cambio climático. La mayoría dice que no tiene nada que ver, pues es un fenómeno que se da hace siglos, pero algunos científicos creen que se puede volver más intenso o más frecuente, como ahora, por el cambio climático.
Por último dos hechos que ensombrecieron este 2022. Uno universal: el panel de la ONU sobre el cambio climático presentó este año la tercera y última parte de su informe y advierte que los esfuerzos actuales no están combatiendo los daños del cambio climático. El informe señala como punto de no retorno el 2025: que en ese año la humanidad tiene que comenzar a bajar sí o sí las emisiones de gases de efecto invernadero o el problema climático sería irreversible.
Y en el plano local, tampoco son buenas las noticias del cierre de año: la corrupción, tan grave para una sociedad como el cambio climático, sigue al acecho en Medellín.
Bien ido el 2022.