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La aparición, en la camiseta de un equipo de fútbol de la liga española, del logo de una startup colombiana puede que no signifique nada para algunos, pero, sin duda, es un símbolo del potencial que tiene la industria tecnológica en Colombia. El equipo de fútbol es el Granada y la startup es Platzi, una plataforma que ofrece cientos de cursos en internet para aprender a manejar las herramientas del mundo digital.
Pero no es el primer emprendimiento digital que estampa su firma en grandes ligas del deporte, también lo hizo Rappi en noviembre pasado en un carro de la Fórmula 1. Y no solo son ellos dos: los emprendimientos tecnológicos en Colombia están apareciendo, felizmente, con más fuerza todos los días.
Es el caso de Walix, la empresa que creó un muchacho de Manrique, quien construyó con hojas de metal y chatarra una antena repetidora de conexión inalámbrica a internet y ahora surte a infinidad de barrios a los que no llegan las empresas de servicios públicos. O está Neu, una plataforma que compra energía a privados que tienen paneles solares y la vende a quienes buscan abastecerse con fuentes ecoamigables. Y también, por mencionar tan solo una más de cientos, está Farmalisto, una plataforma de servicios médicos presenciales y virtuales, en la cual BID Invest invirtió ocho millones de dólares para su expansión en América Latina.
Estos pequeños o grandes logros son apenas un bombillo que se prende para que los jóvenes y, en general, el país todo comprenda o se convenza cada vez más de la enorme oportunidad que se abre en el mundo del emprendimiento digital.
El tema tiene mucho que ver justo ahora en tiempos de campañas presidenciales. ¿Cuántos candidatos están hablando de la necesidad de cambiar el chip y conectar al país de lleno en el mundo de la innovación digital? ¿Cuál de ellos tiene el tema como eje de su campaña? ¿Cuáles tan si quiera lo han mencionado?
Y hay que ponerle mucho ojo al tema porque, como lo escribió David Vélez, el paisa que creó NuBank, “se viene un terremoto. Una trasformación que no se ha visto desde la Revolución Industrial del siglo XVIII”. Se refiere a la revolución digital, de la cual se está hablando desde hace treinta años, pero, según él, “apenas estamos en el primer minuto del primer tiempo de esa revolución”.
En ese orden de ideas podríamos decir que Colombia todavía tiene la oportunidad de meterse de lleno a ser protagonista de esta revolución. David Vélez, no sobra recordarlo, tiene por qué saberlo: fundó un banco digital en Brasil que entró en la Bolsa de Valores de Nueva York en diciembre y alcanzó un valor en el mercado de más de cuarenta mil millones de dólares.
Volviendo a los candidatos, hay algunos que han mencionado el tema de la innovación y la economía digital. Pero a ninguno se le ha oído como su eje o uno de sus ejes de campaña. Puede que no sea un tema vendedor; sin duda, da más votos ofrecer plata regalada y decir que se va a dejar de sacar petróleo. Pero no deja de sorprender que en estos tiempos en los que vivimos, en los que muchos jóvenes ya están conectados con el mundo virtual en toda su extensión y manejan el bitcóin, los videojuegos y el metaverso, la mayor apuesta digital de algunos de los candidatos sea salir en Tik Tok o sorprender con una campaña en Tinder.
Es urgente que Colombia se inspire en lo que están haciendo países como Israel, Japón o Singapur. El gobierno de Iván Duque ya comenzó un interesante acercamiento, pero todavía falta mucho para que en Colombia empecemos a hablar en clave de programación y manejo de datos. Decíamos hace unos días que Colombia, con cincuenta millones de habitantes, tiene solo una empresa unicornio (emprendimiento tecnológico que vale más de mil millones de dólares), que es Rappi, mientras en Tel Aviv, con cerca de cuatrocientos treinta mil habitantes, tienen veinte.
Tenemos que hacer algo muy pronto para llenar ese vacío en el sistema de formación. Para que muchos más jóvenes se vuelquen al mundo de la informática. Para que el Estado facilite cada vez con mayor eficacia la investigación y la creación de nuevos emprendimientos. Si muchos de los jóvenes que hace exactamente un año estaban preparándose para protestar en las calles tuvieran la oportunidad de formarse en tecnologías de la información no solo se podría resolver el déficit de ciento cincuenta mil programadores que tiene Colombia, sino que el país estaría dando pasos gigantes para su transformación.
Señores candidatos. Futuro Presidente o Presidenta. ¡Tienen ustedes la palabra!