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Editorial

Chile alza su voz

El rechazo a la propuesta de Constitución en Chile indica que sus ciudadanos quieren cambios, pero no borrar de un plumazo lo que les ha tomado décadas conseguir.
Publicado

No ha sido una sorpresa, se veía venir y así lo indicaban todas las encuestas. Pero lo que no se esperaba es que un porcentaje tan alto de chilenos, 62 %, rechazara la Constitución elaborada por la Convención, 24 puntos por delante de quienes votaron por el apruebo. ¿Qué ocurrió para que se llegara a este resultado después del reciente triunfo de la izquierda, encabezada por su presidente Gabriel Boric?

Lo primero, sin lugar a dudas, fue la actuación de la propia Convención. Algunos de los 155 miembros que fueron elegidos, con una participación de solo el 43 % de los votantes, han mostrado durante estos meses mucha novatada y bastante radicalismo de izquierda, aparte de una serie de escándalos variopintos que han ido espantando a los chilenos.

Lo segundo es el propio contenido propuesto, que merece comentario aparte porque, entre otras cosas, consagraba más de 100 derechos fundamentales en un texto tan largo que, de haberse aprobado, se habría convertido en una de las constituciones más largas del mundo. Y aunque hay que reconocer que hubo campañas de desinformación en redes sobre su contenido, propuestas como los diferentes sistemas de justicia y el reconocimiento de un estado plurinacional han asustado a la mayoría de los votantes que creen en la solidez de las instituciones chilenas. Que ninguna de las 16 regiones de Chile haya aprobado el texto es muy diciente.

Pero hay una lectura aún más profunda y esta tiene que ver con el tipo de sociedad que se ha gestado en las últimas décadas en el país austral. Ni se identifica con la derecha, como malinterpretó Sebastián Piñera en 2019, ni obedece a ese retrato pintado por la izquierda del Frente Amplio de un país desigual con unas mayorías oprimidas sobre las que se ha ejercido el abuso constante. Cualquiera que se tome el tiempo para mirar los indicadores de las últimas décadas en Chile puede darse cuenta de que resultados tan buenos no se habían visto nunca en la historia de ese país.

La democracia ha hablado y de manera contundente, como lo reconoció el propio Boric tras conocer los resultados, a la vez que se comprometía a impulsar un nuevo proceso. Su reacción ha sido la de un líder que acepta la derrota y que escucha a su pueblo para actuar en consonancia.

Muy distinta del gesto impetuoso que ha tenido el presidente Petro, cuyos comentarios no solo han roto la regla elemental de no opinar sobre la política interna de otros países, sino que han ofendido al propio pueblo chileno al considerar que el resultado de la votación revive a Pinochet, y que quienes votaron el desapruebo no son realmente demócratas. Su comentario, hecho vía Twitter, más parece la pataleta de un mal perdedor —que, encima, ni siquiera estaba jugando, y cuyo papel debía restringirse a ser un observador en la distancia— que la de un estadista respetuoso con los procesos democráticos que viven otras naciones. Y es llamativo, sobre todo porque no se le ha escuchado ninguna opinión contundente en contra de países cuyas democracias parecen de cartón paja. Habría que recordarle que, en el caso chileno, la que habló es la voz de un pueblo democrático.

Lo que sigue para Chile implica un gran trabajo político de fondo y de forma. Por ahora, el índice de desaprobación a la gestión de Boric roza el 56 %, y los dos problemas que más preocupan a los chilenos, la inflación y la inseguridad, siguen como tareas pendientes. Boric va a tener que buscar alianzas tanto en el centroizquierda como en el centroderecha. Y, seguramente, tendrá que hacer varios cambios en su gabinete. Queda claro que los chilenos quieren modificaciones en su Constitución, pero que no pretenden empezar de cero. Hay consenso en torno a derechos sociales, reconocimiento de los pueblos indígenas y paridad, pero los ciudadanos han reconocido el valor de lo alcanzado en las últimas décadas con la modernización, y eso es lo que debe saber interpretar el joven presidente chileno  

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