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El punto de partida más sano es empezar por aceptar la realidad y llamarla por su nombre y sin tapujos. El coronavirus es una pandemia, está aquí, invisible, caminando en nuestras calles, gracias a su alta capacidad de contagio que nos utiliza mezquinamente como transporte para traspasar fronteras y trincheras poniendo en riesgo a quienes amamos y aquello que hasta ahora conocíamos como normal.
Aceptar que somos vulnerables es fundamental. Solo así centraremos el alma, la mente y el cuerpo en asumir esta realidad de vida que se nos acerca sin piedad y aún no imaginamos. Para vivirla, por tanto, quizás debamos reflexionar sobre cuáles son nuestros valores como individuos y sociedad, jerarquizarlos y mantenerlos conscientes pues, solo así, no perderemos el norte cuando el aire empiece a faltar y conozcamos que nosotros mismos o alguien cercano es declarado positivo.
Esa identidad que se define por lo que quiero ser, lo que creo ser y lo que se rechaza, según el antropólogo Carlos Rojas, está hoy sin duda en transformación. El reto es que el cambio es inminente y obligado, es importante que sepamos llevarlo con serenidad y conciencia para que el alto precio que evidentemente pagaremos, de acuerdo con las estadísticas mundiales, tanto en vidas como en las presiones que fracturarán nuestra estructura social, valgan la pena porque nos transformamos en una humanidad más sana. La meta debe ser verdadera, vasta, noble.
Este es entonces un buen momento para conocernos a profundidad, estar presentes en el hoy, observarnos a nosotros mismos y a ese otro, que en realidad está tan cerca, y que es posible que le hubiésemos dejado de mirar. Notar en el horizonte aquello sutil que parece un milagro y es esencial. Debemos apreciar y admirar los valores de la vida y la naturaleza siendo conscientes del universo que compartimos en esta aldea global interconectada, donde cada uno es protagonista y responsable del cambio.
Es la oportunidad de redefinir nuestra versión de éxito por una que esté asociada con aquello que nos da sentido de propósito porque dignifica el alma. Y el éxito, frente al covid-19, es hasta ahora asumir nuestro rol como individuos para el bien colectivo: “Cuídate, cuídame, cuídale, cuidémonos” por eso #QuédateEnCasa.
Comportarse acertadamente es reconocer y ser solidario con el otro, su dignidad y su realidad. Es el momento de la generosidad de quien puede ayudar a quien se le cruza en el camino. Es el día de agradecer con la voz fuerte y una sonrisa explícita a cada persona y entidad que está firme y comprometida en su rol para el bienestar común: el Presidente, el Gobierno y sus instituciones, el sector de la salud, los servicios públicos, desde quienes cultivan hasta quienes recogen nuestros desechos, en toda la cadena alimentaria, el sector privado que nos comunica, etc.
Sin duda se aproximan momentos de estrés, pero para ello es indispensable cultivar una disciplina permanente que nos permita enfrentar el reto emocional, intelectual y físico que se avecina. Pararse desde lo que somos como seres humanos y sus valores más profundos es lo que nos permitirá unidos tomar y respaldar las decisiones más difíciles, asumiendo las altas consecuencias con serenidad y paz, pues el corazón ha estado en el lugar correcto, y en consecuencia las acciones.
Desde EL COLOMBIANO ratificamos nuestro compromiso con la creación de mejores sociedades brindando claridad sobre los mundos de confusión que diariamente se nos presentan. No pararemos de informarles con seriedad y responsabilidad como hemos hecho desde nuestra fundación hace 108 años. Es nuestra misión y vivimos para cumplirles desde ella.