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En Medellín y en Antioquia estamos dando por sentado que las Empresas Públicas de Medellín lo resisten todo. Como si fuera un monolito ancestral que aguanta incólume todo tipo de avatares. Pero la mala noticia es que no es así. Los golpes que ha recibido en estos últimos tres años, que coinciden con la administración del alcalde Daniel Quintero, son ya tantos y tan graves, que están afectando su competencia técnica, sus resultados financieros y sobre todo su prestación del servicio.
Ojalá no llegue el momento en que tengamos que recoger los pedazos de la que ha sido por años empresa insignia de la ciudad y del país.
El último capítulo ocurrió esta semana. EPM se vio obligada a declarar desierta la licitación para terminar de construir cuatro de las ocho turbinas de generación. Se podría decir que es una buena noticia, porque el gerente de EPM Jorge Carrillo y el alcalde como presidente de la junta directiva, parecían querer entregar a toda costa ese contrato a un consorcio colombo chino, que resultó ser el único oferente en la licitación.
Desde que el alcalde Quintero llegó al poder estaba empeñado en volver a licitar para tener la oportunidad de entregar ese contrato. Y desde ese momento se supo que quería entregársela a una firma china. Para nadie es un secreto que el sistema político chino ha llegado al punto en el que la corrupción se volvió “normal” y que el problema es de tal magnitud que una implacable campaña para combatirlo se ha convertido en la razón para que Xi JinPing se mantenga en el poder.
No valieron los informes técnicos de reconocidos estudiosos internacionales que recomendaban terminar lo más pronto posible el proyecto. Ni tampoco parecieron valer las pruebas que publicamos en el sentido de que se había confeccionado un pliego sastre, toda vez que EPM hizo muchos cambios a los requisitos que exigía, en pleno proceso, por petición de los chinos.
Cómo será de preocupante la situación (de chambona, dirían por ahí) que ni haciendo los cambios a mitad de camino, ni bajándole los requisitos, la empresa colombiana del consorcio, Schrader Camargo, dio la talla.
Las certificaciones de experiencia que entregó la empresa entre el 7 de diciembre y el 21 de febrero no le alcanzaron, y a pesar de que el informe de los técnicos de EPM dio como veredicto el 18 de febrero que por esta razón se “rechazaba” la oferta del consorcio chino, el gerente de EPM y el alcalde Quintero, le dieron casi un mes más de plazo para ver si lograba enmendar su deficiencia. ¿Cuánto tiempo se necesita para conseguir un papel que certifica que alguien ha construido determinada obra?
Finalmente EPM declaró desierta la licitación este martes 14 de marzo a las 8:08 de la mañana, 25 minutos después de haber recibido, a las 7:43 de la mañana de ese mismo día, una advertencia de la Procuraduría General de la Nación sobre todos los riesgos de este proceso contractual.
Es decir, lo único que valió fue que la Procuraduría General metiera sus narices en este proceso. Porque, la actual administración de Medellín ha demostrado ser hábil en esa materia, prefiere recoger los daños cuando siente pasos de animal grande de los órganos de control.
Cabe una pregunta ¿Si Schrader Camargo no está calificada para la construcción de las turbinas 5 a la 8 de Hidroituango, por qué el gerente de EPM, Jorge Carrillo, le entregó a dedo la tarea de terminar las turbinas 3 y 4?
Hay que recordar que el consorcio de las colombianas Conconcreto y Coninsa Ramón H, y la brasilera Camargo Correa, entregaron las turbinas 1 y 2 que fueron encendidas el 30 de noviembre. El consorcio adelantó el trabajo de la 3 y la 4 pero se vio obligado a salir de la megaobra en noviembre, sin terminarlas, y en ese momento EPM sin mayor ruido le entregó ese contrato a Schrader Camargo.
El desgaste que para EPM, para Hidroituango y para la ciudad ha significado el embeleco del alcalde tal vez solo la historia lo podrá mostrar. Resulta sin duda muy tentador para cierto tipo de mandatarios entregar un contrato por cerca de 1 billón de pesos, como este, sin importar a costa de qué.
Se han hecho cuentas de lo que dejará de recibir EPM por la demora en la entrada en funcionamiento de las turbinas de la 5 a la 8 (las de la licitación declarada desierta): cada año se deja de recibir 1,35 billones de pesos.
Cada semana que las cuatro turbinas no se prendan a tiempo se estaría dejando de ganar 26.000 millones de pesos y hay expertos que calculan más. Desde esta semana se pueden empezar a sumar las pérdidas, hasta cuando ya se tenga noticia de un nuevo contratista constructor. O tal vez hay quienes empiecen a sumar desde antes, por ejemplo, desde que salió el consorcio que tenía la misión de construir en su totalidad la megaobra.
Cada día que pasa sin que alguna de las ocho turbinas de Hidroituango comiencen a operar, EPM está entrando en el peligroso terreno del detrimento o del lucro cesante. Y lo que es aún peor –señor presidente Gustavo Petro, señora ministra de Energía Irene Vélez– cada día qué pasa sin que esas cuatro turbinas de Hidroituango generen energía, las tarifas de este precioso servicio público podrán seguir aumentando para todos los colombianos.
Para fortuna de EPM y para fortuna de Medellín y del país en general, en Empresas Públicas de Medellín todavía quedan muchos funcionarios técnicos comprometidos con la honestidad y con el bienestar de la ciudad y están salvando a la compañía de un desastre mayor. Ellos son el monolito. .