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A punto de cumplirse tres décadas de la firma de la Convención Mundial por la Biodiversidad (1992) es cada vez más crítica la pérdida masiva de especies y ecosistemas, en buena parte por el cambio climático y la degradación ambiental del planeta.
Mitigar o tratar de revertir esta situación exige compromisos y esfuerzos gubernamentales, empresariales, científicos, académicos y sociales globales urgentes. De ahí la importancia de la Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y los Pueblos, la cual busca conservar el 30 % de la superficie terrestre y marina para el año 2030, (30X30) suscrita en la reciente Cumbre One Planet Summit, de la ONU, en París, por 50 países, entre ellos Colombia, bajo el liderazgo de Francia, Reino Unido y Costa Rica.
Hoy el área protegida global abarca el 15 % de la zona terrestre y el 7 % de océanos y mares. Si al menos se lograra cumplir la meta de ese 30 % de áreas protegidas, con esfuerzos de conservación, la extinción pasiva podría evitarse y los hábitats se recuperarían, advierten investigaciones científicas globales.
Restaurar todo ecosistema terrestre y marino es vital para combatir los impactos de la crisis ambiental y sus efectos cada vez más nefastos por extensas sequías, inundaciones, oleadas de calor y de frío; pandemias, plagas y desgracias económicas y humanas a escala mundial. Según la ONU, la biodiversidad biológica está colapsando con cerca de un millón de especies bajo amenaza de extinción.
La apuesta debe orientarse por el desarrollo sostenible y el bienestar general para la actual y las futuras generaciones. No puede continuar la presión, arrasamiento y explotación de todo recurso natural para satisfacer la voracidad de un sistema de producción y consumo que considera los programas de protección ambiental un ancla a la productividad y el desarrollo.
La ONG internacional Campaña por la Naturaleza (2020) indica que solo proteger bosques y manglares reduciría las pérdidas económicas asociadas al cambio climático, entre US$170.000 a 534.000 millones anuales hacia 2050.
La protección a la que aspira la alianza global implicaría la creación de 650.000 puestos de trabajo, el sostenimiento de cerca de 30 millones de empleos en ecoturismo y pesca sostenible y la prevención de pandemias, ya que, según sus datos, la rápida pérdida de áreas naturales presenta una amenaza para la salud, la seguridad y vulnerabilidad de todas las especies, incluyendo la humana.
Importante que Colombia mantenga su posición en que además de la conservación, es clave el manejo integral y efectivo de las áreas terrestres y marinas del planeta, como una ambiciosa meta posible para el marco post 2020.
Los esfuerzos del país para proteger sus territorios son destacables. En 2018, según el Ministerio del Medio Ambiente, se pasó de 12,6 millones de hectáreas a 30,8 millones. A estas deben sumarse los resguardos indígenas y las propiedades colectivas de las comunidades afrodescendientes, cuyos niveles de conservación son altos, que elevaría a más del 45 % las zonas de protección especial nacionales.
2021 debe ser año puente para reconciliarnos con la naturaleza. Clave que la coalición presione y se posicione como grupo en el Marco Post 2020 en las convenciones internacionales de medio ambiente y biodiversidad que se realizarán este año, caso la COP15, de Kunming (China), en la que la ONU aspira acordar un nuevo y ambicioso marco global que transforme la relación de la sociedad con la biodiversidad y garantice que, para 2050, se cumpla la visión compartida de vivir en armonía con el planeta