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Editorial

¿Dónde está Quintero?

El discurso de Quintero, el día que se reintegró al cargo, parecía el de alguien que apenas se estuviera posesionando.
Publicado

Queda solo un año y medio para que los gobiernos locales terminen su mandato. Y en Medellín parece que hasta el mismo alcalde Daniel Quintero siente que su gobierno todavía no ha arrancado. Su discurso, el día que se reintegró al cargo, parecía como si apenas se estuviera posesionando: como si en los dos años y medio que lleva al frente de la alcaldía no hubiera hecho nada.

Lo hizo en medio de vítores, aplausos y humo de colores. Lo del humo es una metáfora elocuente: Quintero II llegó con un paquete de promesas, a pesar de que Quintero I prácticamente no ha empezado a ejecutar las que ya anunció en su discurso de posesión el primero de enero de 2020.

“Vamos a construir la Universidad del Norte, y a inaugurar en el occidente la primera universidad para la Cuarta Revolución Industrial”, dijo en ese entonces, pero de la primera solo hay renders y la segunda en efecto la inauguró porque se la dejó avanzada su antecesor. “Utilizaremos tecnología de punta para lograr una movilidad inteligente, construiremos la gran ciclorruta norte-sur, instalaremos bicicletas eléctricas en Encicla”, anunció, pero hoy no hay nada. “Cuando termine nuestro período, el 100 % de los colegios de la ciudad tendrán un bachillerato técnico con énfasis en tecnología y 50 mil personas habrán ingresado a mercados asociados a la economía digital”, y nada. “Construiremos el Hospital del Norte y el Hospital de Salud Mental”, y nada. Puro humo de colores.

Hay que decir que en ese entonces también habló del tranvía de la 80, pero como el tranvía no estaba listo, decidió volver a la idea de la alcaldía anterior de que fuera una línea de Metro, aprovechando la enorme necesidad que tenía el gobierno Duque de que alguien le recibiera Electricaribe: EPM recibió el chicharrón y el Gobierno Nacional giró el cheque para el Metro. Sin duda, un contrato sabroso.

Ahora entonces llega Quintero II haciendo más promesas. Cinco metrocables —que no figuran en el Plan Maestro del Metro— y “tumbar” 40 colegios para volver a construirlos (¿no será mejor que los construyan antes de tumbar los que hoy existen, no vaya a ser que los niños se queden sin el pan y sin el queso?).

El alcalde debe sentir —y seguramente los 42 días que estuvo apartado del cargo le sirvieron para recorrer los barrios— que la ciudad está manga por hombro. Que los problemas de Medellín se han agravado y exigen de un gobernante concentrado en resolverlos, que se aleje del proselitismo y la propaganda y actúe, ahora sí, pensando en los intereses de todos los habitantes de la ciudad en lugar de estar jugando a mover fichas para su beneficio propio.

Seguro que el alcalde tuvo tiempo de ver las invasiones sin control que crecen en Moravia o en la zona aledaña al Túnel de Occidente, pero también el deterioro denunciado por la Personería de Medellín en el 79 % de las instituciones educativas públicas o los daños en las 22 sedes de Metrosalud, 11 de ellas en estado crítico y sin recursos, según se dijo, para su reparación.

Por no hablar del mal estado de las instalaciones deportivas o el deterioro de los parques y jardines de la ciudad: dos servicios por los cuales, y hasta hace poco, Medellín solía brillar.

Ojalá el alcalde Daniel Quintero, en sus recorridos, también haya entendido que la atención a la población vulnerable de la ciudad requiere ser eficientes y transparentes a la hora de la contratación, porque esos retrasos impactan no solo en la oportuna atención, sino también en la cobertura y calidad del servicio. La Medellín de Daniel Quintero se precia ahora de ser una de las únicas en el mundo en la que los viejos salen a marchar, como lo hicieron hace un mes, para que no les quiten —por decirlo de la mejor manera posible— los recursos que la comunidad paga en sus impuestos.

Lo primero que hizo Daniel Quintero, el martes, cuando recuperó su cargo en la Alcaldía de Medellín, y después de dar su discurso, fue irse para Bogotá. Su propósito era hacer lobby para ver cómo ponía una de sus fichas en el gobierno de Gustavo Petro. Le hizo antesala al presidente electo, se reunió con su jefe de debate Alfonso Prada, y finalmente logró que Petro lo recibiera unos minutos temprano el jueves. Curiosamente, de su “minicumbre” con el presidente Petro no salió foto —como sí se la tomaron Claudia López, César Gaviria y hasta el senador de Itagüí, Carlos Andrés Trujillo—.

Y hasta el sol de ayer no había vuelto a Medellín. Si alguien pudiera seguir paso a paso la agenda del alcalde Daniel Quintero, tal vez se llevaría más de una sorpresa 

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