Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
Hay mucho que aprender de esta experiencia en España. Obsesionarse con las energías verdes, con lo ecológico, sin una planeación adecuada y un buen respaldo de fuentes convencionales puede conducir a desastres.
Estamos tan acostumbrados a tener energía eléctrica que en el momento en que falta como le pasó a España entendemos la importancia de que el sistema funcione como un relojito.
Siempre damos por descontado que tendremos luz y en el momento en que falta todo puede venirse abajo. Como narraba una colombiana a la que el apagón la cogió en Madrid: “Uno ve series como The Last of Us o Day 0 y cree que esos escenarios apocalípticos son solo ficción. Hasta que un día, en pleno centro de Madrid, la ciudad se apaga y tú estás ahí viviéndolo”.
La enorme dimensión del apagón sufrido por España y Portugal a principios de esta semana expuso la fragilidad del sector eléctrico y dejó un reguero de preguntas que aún siguen sin resolverse. Este episodio nos invita a reflexionar sobre la posibilidad de que algo semejante pueda llegar a ocurrir en Colombia.
El corte de energía que se produjo el lunes fue tan contundente que de un solo golpe logró detener el transporte público, hizo cerrar el comercio e inutilizó internet, la telefonía móvil y las redes. Y como la vida actual depende del mundo digital, la actividad en todos sus ámbitos se vio impactada de forma negativa. Hasta asuntos tan sencillos para todos hoy, como pagar un café, se complicaron en la medida en que cada vez se usa más el celular para ese fin. Se estima que sólo en España, el costo del apagón para las empresas será de unos 1.600 millones de euros, es decir, un 0,1% del PIB de ese país.
España y Portugal comparten un sistema eléctrico altamente integrado entre sí que conforma lo que se denomina como una “isla energética” ya que ambos países tienen una capacidad muy limitada para importar o exportar electricidad con sus vecinos. La tasa de interconexión de la península ibérica es de aproximadamente el 2%, muy por debajo del 10% que la Unión Europea recomendaba para 2022 y aún más lejos del 15% que se ha fijado como meta para el 2030.
Este aislamiento energético limita la capacidad de recibir ayuda externa en crisis como la reciente, pero les ha permitido impulsar un modelo más eficiente y autosuficiente. ¿Entonces qué fue lo que pasó?
Muchos expertos del sector eléctrico coinciden en que se dio una entrada masiva de electricidad fotovoltaica, es decir la producida por el sol, y simultáneamente se frenó la generación por turbina (nuclear, hidráulica y ciclos combinados de gas) lo cual desacopló el flujo de energía y provocó caídas en dos centrales. Y como las energías renovables no generan mucha estabilidad en ese flujo, porque dependen de factores de la naturaleza como el viento o el sol, el sistema colapsó.
A partir de este razonamiento técnico siguen flotando en el ambiente muchas preguntas que aún no encuentran respuesta. El gobierno de Pedro Sánchez, que tardó demasiado tiempo en comunicarse con la ciudadanía para explicar lo que estaba ocurriendo, continúa divagando sobre las causas del apagón, insiste en no descartar ninguna posibilidad, incluida la del ciberataque, e intenta encontrar culpables en el sector privado de las energéticas.
Lo tiene difícil porque, por un lado, todas las compañías responsables y los organismos de seguridad han confirmado que no se trató de un ataque, y por el otro, el gestor de todas las redes eléctricas es el propio Estado. Echar el balón para afuera puede ser complicado, aunque en esta era de tanta verdad manipulada no será del todo imposible.
Que Colombia pueda llegar a pasar por una situación semejante, en principio, es difícil. Porque mientras la energía de España depende en un 75% de fuentes renovables, nuestro país apenas tiene una capacidad instalada de alrededor del 10%. Lo máximo que han llegado a aportar esas fuentes solares ha sido el 6% del consumo del país, de manera que hay una buena capacidad de respuesta por parte de otras tecnologías convencionales.
Pero en lo que sí podríamos estar en condiciones similares es en las personas que cada uno de los gobiernos ha puesto en cargos estratégicos para el funcionamiento del sistema energético. En España criticaron que estuviera al mando de la red eléctrica una abogada con carrera política en el partido de gobierno, y en Colombia hemos llamado la atención sobre el hecho de que el gobierno de Gustavo Petro haya puesto al frente de ISA a una persona tan cuestionada como Jorge Carrillo.
Si bien, el sistema eléctrico de Colombia ha acumulado solidez, si se toman malas decisiones, si no se ponen las personas adecuadas en la junta de XM por ejemplo, podríamos también apagarnos de un momento a otro.
Si hay algo que vale la pena destacar de la singular jornada que se vivió en España es la actitud cívica y responsable de la ciudadanía, que se adaptó sin problemas al caos de la situación. A pesar del desconcierto, la población fue capaz de afrontar la crisis con el mejor ánimo posible y la madurez suficiente para que la vida siguiera con orden y relativa normalidad.
Valioso también fue el papel que desempeñó la radio, que frente a la ausencia de comunicación oficial, mantuvo informados a los ciudadanos serenando y tranquilizando a la gente a medida que pasaban las horas. Su condición de medio de comunicación analógico le permitió seguir funcionando y prestar un servicio público esencial en esos momentos.
Hay mucho que aprender de esta experiencia y siempre es bueno tomar nota. Obsesionarse con las energías verdes, con lo ecológico, sin tener una planeación adecuada y un buen respaldo de fuentes convencionales puede conducir a desastres. Hay que buscar el equilibrio energético e intentar despolitizar decisiones que son esenciales para la sociedad. Porque lo importante es que experiencias como la de este apagón no vuelvan a ocurrir ni allá ni en ningún otro lugar del mundo.