Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
En una de sus publicaciones icónicas, el informe sobre el desarrollo mundial 2021 (Datos para una vida mejor), el Banco Mundial se preocupa por los datos que se producen en un mundo cada vez más digitalizado, los cuales bien utilizados son un arma poderosa para transformar la vida de los pobres, pero que, de otro lado, tienen el riesgo de dañar a las personas. De ahí la necesidad de hacer un contrato social en materia de datos que aproveche su valor, al tiempo que protege sobre su uso indebido.
Muy oportuna esta reflexión del Banco Mundial, en un momento en que el uso de internet se disparó en todo el mundo, como consecuencia de los confinamientos y cuarentenas que llevaron a la necesidad urgente de contar con una conexión a la red, ya sea para trabajo o por diversión. De acuerdo con datos del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), los esquemas de cuarentena aceleraron el consumo de data y los hábitos de navegación de la población. Un salto definitivo a un mundo más interconectado, que también genera una mayor cantidad de información.
En la presentación del informe hay ejemplos concretos de la utilización de los datos para solucionar problemas en los países en desarrollo. En Odisha (India), por ejemplo, la inversión en datos de previsión meteorológica permitió reducir las pérdidas físicas y de vidas humanas en esa región con historial de ciclones devastadores. En otras partes se utiliza la información de los censos de población combinada con encuestas de hogares y datos administrativos para la producción de mapas granulares de pobreza.
También es posible montar sistemas de seguimiento de las finanzas públicas y la deuda externa, así como monitorear los objetivos de desarrollo de los países pobres, con la idea de exigir a los gobiernos que rindan cuentas y poder controlar los avances logrados.
De otra parte, los datos son una espada de doble filo. Así como tienen un potencial para mejorar programas y políticas, su acumulación puede llevar a la concentración del poder económico y político y a dar lugar a que se utilicen contra la ciudadanía. El riesgo de abuso del uso de los datos fue patente cuando algunos gobiernos utilizaron los registros de llamadas (RDL) para rastrear los contactos de las personas infectadas con el coronavirus.
De ahí la urgencia de que todos los países establezcan nuevos contratos sociales para el uso de los datos. Con reglas que ayuden a materializar el valor de los datos y a generar confianza en todas las partes interesadas, en el sentido de no ser perjudicadas y de compartir los beneficios resultantes de un mayor uso de los datos.
El contrato social debe incluir una gestión de datos eficaz, con acceso universal a la banda ancha y garantía de que todos los países puedan tener una infraestructura moderna para intercambiar, procesar y almacenar los crecientes volúmenes de datos. Fundamental el desarrollo de marcos regulatorios e instituciones que salvaguarden los datos con ciberseguridad y protección, para poder utilizar las bases de datos de forma segura.
El Banco Mundial está mostrando un camino para que la revolución de los datos sirva para aliviar la situación de los 700 millones de personas que viven en la pobreza extrema en todo el mundo. Los datos se pueden convertir en información valiosa que tiene el potencial de mejorar vidas