Pico y Placa Medellín
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Un lugar por el que a diario pasa 1 millón 300 mil habitantes. Un sitio que guarda edificios pilares de la historia de Medellín. Un territorio donde confluye y se funde la diversidad social, cultural y económica de la ciudad. Un núcleo vivaz, intenso, a veces aturdidor. Ese lugar donde se concentra la actividad metropolitana merece ser cuidado, controlado, reanimado de tiempo en tiempo.
La administración municipal saliente se había trazado un plan amplio de recuperación física y social del Centro. Logró buena parte de esos planes, muy en especial en materia de adecuación verde, si se quiere con ambición medioambiental: “ablandar” los espacios con más forraje vegetal en los bajos del Metro, en avenidas como La Oriental.
La comuna de La Candelaria, el Centro, sufría una enorme depresión estructural. Numerosos parques deteriorados. Vías desgastadas. Mobiliario urbano destruido o inexistente. Había perdido bastante “amabilidad” el Centro para sus habitantes. Además de los problemas de inseguridad, muchos de los cuales persisten por su complejidad, porque se enquistaron a lo largo de años de descuido.
Un informe de este diario citó datos de la Secretaría de Infraestructura: en el cuatrienio que termina se invirtieron 480 mil millones de pesos “en adecuaciones físicas que buscaban cambiar las dinámicas de la comuna más transitada de la ciudad”. Los frentes: conectividad y movilidad, rehabilitación del espacio público, presencia institucional-gobernabilidad y recuperación integral de infraestructura.
Como lo advirtió la Gerencia del Centro, esta zona palpitante de Medellín siempre estará inacabada, habrá cosas por hacer. Pero ahora hay un principio que tiene sus aciertos muy en particular en desarrollar un estilo de mayor compenetración con elementos de riqueza cultural y de medio ambiente sostenible.
Estamos en paños menores frente a otras metrópolis que exhiben y se enorgullecen de tener espacios con amoblamientos del más alto nivel, en cuanto a su concepto de entronque entre naturaleza y masa edificada.
Cerca de 50 parques y plazoletas han sido sometidos a intervenciones para mejorar sus pisos, sus jardineras y bancas, además de que algunos han sido dotados con espacios para la lúdica infantil o el deporte de mantenimiento físico. Parques también para el encuentro y el disfrute pasivo.
Pero hay otros aspectos en los que se requiere mayor énfasis por parte del alcalde que reciba esta obra, aún parcial, de intervención del Centro de Medellín: la reubicación y control del comercio informal, mediante planes ajustados y respetuosos de las necesidades laborales y productivas de la población desempleada.
Así mismo, la intensificación y ajuste de los planes de seguridad en áreas críticas donde todavía se imponen el microtráfico, las redes delincuenciales e incluso algunos modelos fallidos de seguridad parapolicial que terminan convertidos en grupos de presión e incluso extorsión sobre comercios y vecindades.
La preocupación por el verde urbano debe continuar. Refrigerar el Centro, donde confluyen tantas personas y vehículos, es reto que no admite treguas. Igual debe ser prioridad la reestructuración del ingreso de automotores de servicio público y del tráfico de los vehículos privados.
El Centro es protagonista. Es el corazón de una ciudad que debe retratar en él su progreso y calidad de vida.