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Frente a las críticas recientes y numerosas que ha recibido el proceso de paz en La Habana, y ante la caída de su popularidad y las preocupaciones nacionales por las condiciones de seguridad del país, el presidente Juan Manuel Santos dio pasos estratégicos esta semana: llevó al gabinete de Defensa a Luis Carlos Villegas y ahora vinculó a la mesa de negociaciones al respetado dirigente y empresario Gonzalo Restrepo.
Pero a ellos, además, sumó a la canciller María Ángela Holguín, quien puede constituir una ficha clave para afianzar el entorno internacional de respaldo al diálogo con las Farc. Tanto por las relaciones con los gobiernos vinculados como por aquellos que son espectadores de primera línea sobre la suerte de lo que pueda pasar en Cuba.
Se trata de una mezcla potente de participación de un sector clave de la vida nacional, los empresarios, esenciales para darles legitimidad a los acuerdos que se alcancen y para vigorizar el posconflicto, sin duda la etapa que mayores esfuerzos económicos y de innovación demandará, de darse la firma del fin del conflicto armado interno y la construcción de una paz estable y duradera.
A esos actores tan acreditados y vitales de la economía y de la dinámica social y política colombiana, fundamentales para transmitir una sensación de confianza a la comunidad mundial, el presidente les agregó a quien tal vez sea la persona de mayor peso en las jerarquías y la estructura del Ejecutivo: su ministra de Relaciones Exteriores.
No hay que olvidar que hace ya casi tres meses el presidente nombró una Comisión Asesora de Paz que también integra el presidente del banco más poderoso del país, Carlos Raúl Yepes.
En este contexto, el empresariado participa en el manejo de tres ejes esenciales de acción frente a las conversaciones de La Habana: en la mesa misma, con un negociador que es Gonzalo Restrepo; en el Ministerio de Defensa, con el encargado de gerenciar y conducir las Fuerzas Armadas, antes, durante y después del posible logro de un cese definitivo de las hostilidades, Luis Carlos Villegas, y con otro analista y asesor más frente a los pasos que va dando el proceso, Carlos Raúl Yepes.
Aunque ni se supone ni se da por hecho que la presencia de estas personalidades significa unanimismos ni respaldos incondicionales a la conducción y los resultados de las negociaciones. Tal vez sea la canciller Holguín la más comprometida y sujeta a las determinaciones del presidente Santos en el direccionamiento político del proceso.
Entre el empresariado perviven posturas diversas frente a la mesa en Cuba, algunas bastante críticas y reactivas como las de varios empresarios agrícolas, incluso favorables a que se hubiese persistido en la salida militar y la política de seguridad democrática para desactivar los grupos subversivos.
Con todo y las lecturas tan heterogéneas de la realidad del conflicto armado y de las decisiones del gobierno Santos para resolverlo, es destacable que por su experiencia y calidades profesionales el equipo negociador en Cuba se refuerza significativamente, en especial con la figura de Gonzalo Restrepo.
En el editorial de ayer destacamos también el aporte que hará Luis Carlos Villegas en la cartera de Defensa. Es claro que embarcado como está el país en la negociación, y con lo que el logro del fin del conflicto significaría, nacional e internacionalmente, la paz sería un buen negocio para todos los sectores sociales. Aun en sus divergencias, los empresarios lo entienden.
Ahora lo importante es que la aceptación de estas figuras de probada prestancia, para respaldar la institucionalidad frente a las negociaciones en La Habana, encuentre la reciprocidad y la sensatez de las Farc, con el fin de que el proceso de paz avance y se concrete, sin impunidades ni concesiones inaceptables, lo más pronto posible.