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Un importante proyecto colectivo de país, que no puede dejarse pasar de largo, son las conclusiones de la Misión Internacional de Sabios 2019, entregadas al Presidente y a la vicepresidenta de la República, el pasado jueves. Se convoca a la promoción y defensa de la biodiversidad; la construcción de una nación más equitativa y el desarrollo sostenible.
Los objetivos de la nueva misión conectan, en su esencia, con aquella que en 1994 reunió a intelectuales y científicos nacionales e internacionales, pero cuyas iniciativas no fueron escuchadas, en buena parte, por la transición gubernamental, gobiernos Gaviria-Samper, el caos en que le tocó gobernar al segundo y la miopía de un amplio sector de los poderes políticos y económicos tradicionales que fueron inferiores al reto de la transformación del país desde la sociedad del conocimiento.
Anima y llena de esperanzas que esta nueva hoja de ruta científica llegue a un terreno social abonado con una mayor conciencia ciudadana, que se expresa desde las más diversas formas, por un futuro promisorio para todos los colombianos; un gobierno que apenas comienza y la recibe con inspiración; mayor talento humano y una importante cantidad de excelentes semillas de innovación social y tecnológica en los sectores público y privado del país.
La Misión se nutrió en cientos de foros ciudadanos y especializados, trabajó en las más diversas áreas del conocimiento, básicas, ancestrales y aplicadas, las nuevas tecnologías, los retos mundiales por el desarrollo integral y desafíos del país en el nuevo orden mundial
La misión afirma que empresa, Estado y academia deben unirse para hacer de la educación un objetivo común, hecho que requiere, más que voluntad, acciones políticas por la sostenibilidad y el bienestar común desde la ciencia, la innovación y la tecnología.
Para que ello suceda, propone destinar el 1,5 % del Producto Interno Bruto del país en pro de la ejecución de los objetivos. Esta cifra, lo demuestran distintas investigaciones y el resurgimiento de naciones, que superábamos de lejos décadas atrás y que hoy nos aventajan en todos los planos, exige un presupuesto mayor al que propone la Misión, que consideramos debe entenderse como punto de arranque.
Israel, Corea del Sur, EE.UU., todos los países de la Ocde, en general las grandes potencias, que han apostado al desarrollo desde el conocimiento, llevan décadas invirtiendo, de manera planeada, entre el 3 y el 5 % del PIB a sus avances sociales, científicos y tecnológicos.
El grupo de expertos plantea unos retos, estrategias y acciones cruciales para todos los sectores (público y privado), en pro del impulso a la investigación y fija como puntales del mismo condiciones de equidad para toda la población con énfasis en la universalización y calidad de la educación desde la temprana edad y el bachillerato.
Hoy el conocimiento en el planeta es fundamental para el desarrollo de los pueblos y, por lo tanto, debe ser imperativo político y moral para nuestra sociedad y proyecciones de futuro. Somos una nación de regiones, multiétnica, multidiversa y multicultural que no ha logrado romper sus diferencias. La hoja de ruta de la Misión es una puerta enorme para encontrarnos como sociedad, proyecto que ni siquiera se logró con el acuerdo de paz.
Si bien este proyecto tiene como centro a las nuevas generaciones, los jóvenes que están estudiando hoy y los que lo harán mañana, debe llevar a la acción de la actual generación porque también será beneficiaria de los grandes cambios que propone.