viernes
7 y 9
7 y 9
El turismo global es sin duda una de las actividades más afectadas por la pandemia. Según la Organización Internacional del Turismo, por cada día de enfermedad se pierde un millón de empleos, en una actividad que representa el 10 % del PIB mundial. Por sus características, fue de las primeras en cerrar por la crisis sanitaria y será de las últimas en abrir, y de manera muy paulatina. Europa, que ya dejó atrás los días más severos de la crisis, comienza a tener más turistas, en su mayoría intracomunitarios, aunque España ya admitió de forma localizada turistas ingleses.
En Colombia, con los meses que han corrido del confinamiento, de restricciones al transporte terrestre y de los cierres de los vuelos nacionales e internacionales, las pérdidas son millonarias. Cada día se publica alguna noticia acerca de las dificultades que están pasando los principales destinos turísticos del país. Ya sea el quiebre de la economía de la isla de San Andrés, los cierres de los emblemáticos restaurantes de Villa de Leyva o el drama de Guatapé que, además de la reducción del flujo de visitantes, venía enfrentando una severa sequía, algo aminorada por las lluvias de los últimos días.
Tampoco hay turistas en la zona cafetera, Palomino, Santafé de Antioquia, Cartagena, entre otros destinos. Con ello, colapsa el ecoturismo, el sector hotelero y el comercio. Todos afectados por la reducción de visitantes, nacionales y extranjeros.
Antes de la pandemia los servicios asociados al turismo extranjero, según cifras del Banco de la República (ESPE N°. 95) tenían una dinámica sobresaliente y un futuro prometedor. Este tipo de servicios comprende tanto el transporte como los gastos que hacen los turistas, cuya llegada estaba creciendo a tasas promedio de 11 % entre 2000 y 2018. El origen de los viajeros también se diversificó y Colombia empezó a hacer parte de los circuitos del turismo internacional.
El auge llevó a que los ingresos externos por turismo pasaran de representar el 40 % en 2000 del total de ingresos por servicios, al 54 % en 2018. Con ese impulso, el turismo internacional se considera una muy buena opción para disminuir la dependencia que tiene Colombia de las exportaciones de bienes básicos.
La experiencia de otros países que empiezan a recobrar gradualmente su turismo es que todo comienza en casa, con los viajeros locales. Los viajeros internacionales llegarán después, cuando se abran las fronteras, lo cual demorará, debido al riesgo que comportan. El país tendrá que reconstruir esa industria para poder reactivarla, ante la realidad del deterioro de la capacidad instalada, de la convivencia con la enfermedad y de la necesidad de mantener medidas sanitarias.
Con la reactivación del transporte intermunicipal y la apertura de los vuelos nacionales prevista para septiembre volverá el turismo nacional, en medio de medidas de bioseguridad acordadas con el Gobierno Nacional y los mandatarios locales. De otro lado, la nueva normalidad que está surgiendo en el turismo global va a ser muy exigente en relación con los estándares del transporte, el alojamiento y el acceso a los lugares de interés. Habrá examen de los protocolos de cada país por parte de las agencias especializadas y algunas regiones estarán vedadas por los temores de contagio. Implica una mayor responsabilidad. Atraer a los viajeros internacionales no va a ser función exclusiva de los atributos de las locaciones turísticas sino sobre todo del éxito en el control de la enfermedad, que se espera sea el caso de Colombia.