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Todo parece indicar que se llevarán a cabo las elecciones para la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), previstas para el 12 y 13 de septiembre. Si bien en este momento hay una propuesta de aplazamiento para marzo de 2021 de la Unión Europea, apoyada por Argentina, México y Chile, y un grupo importante de expresidentes latinoamericanos, no existe en realidad una petición oficial, aunque si un enérgico posicionamiento político.
El argumento es la necesidad de que las elecciones sean presenciales y eso hoy es imposible por la pandemia. Se sugiere, además, nombrar un presidente interino que lidere una discusión sobre el papel que la entidad puede tener para ayudar a la reconstrucción de la región muy golpeada económica y socialmente.
Por el contrario, un grupo de 17 países del continente, incluido Estados Unidos, defiende que las elecciones se lleven a cabo en la fecha prevista. En la carta en que hacen su defensa compartieron su preocupación por el deterioro sin precedentes de la actividad económica regional provocada por la pandemia y aseguraron que “nuestros pueblos necesitan soluciones que no se pueden postergar”.
Es inusual que la elección de un presidente del BID sea tan controversial y genere disputa. Desde 1959, cuando se creó la entidad, el arreglo no escrito era que la presidencia de la entidad estaba en manos de un latinoamericano, que era elegido sin tropiezos, y la vicepresidencia la ocupaba un estadounidense. El nuevo presidente se ponía al frente del banco de desarrollo regional más grande del mundo. Una entidad muy técnica y bien estructurada, que con el apoyo de 22 países donantes es fundamental para los 26 países de América Latina y el Caribe que la integran y pueden ser receptores de créditos.
Un problema real en esta ocasión, además de la pandemia, es que, por primera vez, Estados Unidos postula a un candidato, Mauricio Claver-Carone. Esta designación ha sido vista por algunos como una imposición, un deseo de Estados Unidos de expandir su influencia con crédito y asistencia técnica para contrarrestar el rápido crecimiento del financiamiento e inversión chinas en la región.
Sin embargo, el pronunciamiento de los diez y siete países, dentro de los cuales está Colombia, es una señal fuerte de que Claver-Carone tiene una base importante de electores. Así las cosas, si las elecciones se llevan a cabo en la fecha prevista, y teniendo en cuenta el sistema de ponderación que se aplica en la contabilización de resultados, hay una probabilidad muy alta de que Claver-Carone sea el triunfador.
En ese caso, hay que tener en cuenta un escenario adicional que se puede dar en noviembre. En el evento de un triunfo de Biden en las elecciones estadounidenses de ese mes, se generaría una situación complicada para un BID presidido por Claver-Carone. El hecho es que el candidato demócrata no apoya esa nominación porque lo considera una ficha importante de la geopolítica de Trump, ya que se ha desempeñado como asesor principal para el hemisferio occidental de la Casa Blanca, es decir, para asuntos de América Latina y el Caribe.
En medio de una profunda crisis económica y social en la región, que va a requerir políticas de desarrollo y cooperación basadas en el multilateralismo, lo peor que puede pasar es que el presidente del banco regional no sea del agrado del gobierno de Estados Unidos y las ayudas urgentes no fluyan .