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Entre Dubai y Chocó

Importante y sabroso ir a China, a EE.UU., a Dubai, pero también sería bueno viajar a la Colombia profunda, a las zonas olvidadas que estaban a la expectativa con este gobierno del cambio”.

08 de diciembre de 2023
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  • Entre Dubai y Chocó

El presidente Gustavo Petro estuvo esta semana de viaje en Dubai, Emiratos Árabes, y una de las periodistas que llevó en la comitiva le dijo: “Presidente háblenos del ELN. Ya la ministra ha dicho que la paz total va de la mano de la agenda ecológica, pero no se ha instalado la quinta mesa, cuéntenos ¿qué está pasando’”. Y el presidente, en buen tono y una sonrisa incómoda le respondió: “Nosotros estamos aquí en Dubai, así que me mandas a un punto de la geografía en el que no estoy presente que es México”. La respuesta se puede entender en el contexto de no querer salirse del tema que lo llevó allí, el de la cumbre de Naciones Unidas sobre cambio climático, la COP28. Pero quedó en el aire un sabor extraño: como si el presidente quisiera dejar a un lado o le diera menos importancia a los temas del país que a su empeño de convertirse en líder mundial contra el cambio climático. Como si la prioridad de la figuración personal estuviera por encima de los enormes retos que tiene abiertos en el país.

Lo cierto es que en Dubai pronunció discursos, estrechó con gusto y sin escrúpulos la mano de jeques que son dueños de inmensas reservas petroleras y hasta le alcanzó el tiempo para sumarse a un acuerdo firmado en 2019 contra los combustibles fósiles entre países que apenas aparecen en el mapamundi y que no producen petróleo, como Tuvalu, Vanuatu y Tonga, entre otros.

Se le notó que disfrutó de este viaje de cinco días, así como lo ha hecho con muchas otras salidas internacionales a las que no les ha sacado el cuerpo, cómo sí ha ocurrido en una que otra ocasión cuando de visitar las regiones colombianas se trata. Y es que el mismo presidente Petro, que tanto criticaba a los mandatarios que viajaban al exterior en lugar de quedarse en el país para resolver los problemas, se le olvidó esta cantaleta y les está dando sopa y seco en la materia.

Resulta que, en solo 16 meses de gobierno, Petro ha ido a Estados Unidos, Francia, España Portugal, Alemania, Bélgica, China, Egipto, Brasil, Venezuela, Perú, México, Chile, entre otros: lleva 35 visitas a otros países. Si sigue a este ritmo, al término de su mandato habrá viajado al exterior más de 100 veces, que sería más del doble de los viajes internacionales que hicieron Santos y Duque durante los cuatro años de sus mandatos.

El país que más veces ha visitado el mandatario colombiano es Venezuela, en cuatro oportunidades. ¿Por qué? Nunca le han informado a la opinión pública con total claridad la agenda de esas reuniones. En la última ocasión anunció que Ecopetrol y la petrolera PDVSA, que ha sido saqueada y mal manejada, serían socias en proyectos de hidrocarburos y de gas.

Si bien es normal que los presidentes se desplacen a diversos países en cumplimiento de visitas protocolarias y para participar en eventos como la asamblea de la ONU, en Nueva York, cumbres climáticas o a la posesión de mandatarios, lo que algunos le cuestionan es la intensidad de viajes internacionales, las comitivas que lleva y los millonarios recursos que se destinan a los mismos.

Pero lo más preocupante es que por estar volando no esté, de tiempo completo, concentrado en los múltiples problemas del país, y que no vaya con más frecuencia a las regiones más olvidadas, donde la delincuencia está haciendo de las suyas y la pobreza es pan de cada día.

Recién posesionado el primer municipio que visitó fue El Tarra, en el Catatumbo, Norte de Santander, una de las zonas más violentas. La visita fue histórica porque era la primera vez que un mandatario pisaba ese suelo y escuchaba a los campesinos. La violencia es tal que una caravana de la avanzada presidencial había sido atacada con armas de fuego unos días antes.

Por eso muchos pensaron que esa iba a ser la tónica de este nuevo gobierno que, de verdad, un mandatario se acordaría de los rincones más apartados del país, de los problemas de sus habitantes y que recorrería de norte a sur, de oriente a occidente toda la geografía nacional.

Aunque se ha desplazado a poblaciones como Tumaco, en Nariño; El Tambo, en Cauca; el Salado, en Carmen de Bolívar; su natal Ciénaga de Oro, en Córdoba, a otras no ha ido o las ha dejado plantadas. Ese es el caso de Lloró, en Chocó, que se quedó esperando al mandatario. Aunque se dieron excusas varias entre ellas que estaba atendiendo asuntos de la Paz Total y del conflicto entre Gaza e Israel, la “causa real” de su ausencia –dijo después– fue que se había raspado una rodilla. Pero es que no lo estaban invitando a correr a una maratón sino a hablar de temas de conectividad digital. Al día siguiente emprendió un viaje larguísimo a China. Tampoco se le ha visto con mayor frecuencia por el Cauca, un departamento que reúne casi todos los problemas del país, y que ha sido tomado por organizaciones violentas. Ni se le ha visto tan seguido en el puerto de Buenaventura, ni en casi ningún pueblo olvidado del Pacífico colombiano, y eso que allí fue donde más le dieron su respaldo para llegar a la presidencia.

Ni ha visitado más seguido los territorios selváticos y donde la minería ilegal hace de las suyas, aunque hay que destacar que estuvo en el Remanso, en Guainía, promulgando el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026.

Muy importante y sabroso ir a China, a Estados Unidos, a Dubai, pero también sería bueno, así sea aburrido, viajar más a la Colombia profunda, a las zonas olvidadas y deprimidas que estaban a la expectativa de un mejor futuro con este gobierno del cambio.

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