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España: otra mirada de la migración

Entre el 2021 y el 2023, 2,67 millones de personas nacidas fuera de la Unión Europea han llegado a España para quedarse.

29 de junio de 2025
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  • España: otra mirada de la migración

El manejo del tema migratorio suele generar división en las sociedades. Mientras algunos países emprenden una campaña loca para expulsar inmigrantes, otros los reciben, les brindan una oportunidad y aprenden a sacarle partido a una situación que, bien manejada, puede ser beneficiosa para todas las partes. Estados Unidos y España reflejan en este momento esas dos posturas opuestas

El trabajo de un inmigrante sin papeles suele ser duro. Así tenga estudios y títulos, es frecuente que se incorpore en el mercado laboral realizando trabajos básicos que, aunque mejor remunerados que en sus país de origen, no suelen desarrollarse en condiciones ideales. Sin embargo, pese a todas las dificultades que se presentan, existe siempre la esperanza de que un día pueda regularizar su situación y la vida mejore.

Es precisamente eso, la esperanza, lo que están perdiendo cientos de miles de inmigrantes en Estados Unidos, mientras España se ha ido convirtiendo en la nueva tierra de las oportunidades. Este país, al que nos unen toda clase de vínculos desde hace más de 500 años, está convirtiendo el flujo migratorio latinoamericano en un elemento clave para su crecimiento dentro del contexto europeo. Según los últimos datos que se tienen, el gobierno español ha regularizado a más de 700.000 inmigrantes desde el 2021. Y si se aprueba una reforma que en este momento se discute en el Congreso de los Diputados, cientos de miles más, se dice que entre 600.000 y 1 millón, van a conseguir el ansiado sueño de tener sus papeles en regla.

Parece que en España todos los partidos políticos, incluido el derechista Vox, están de acuerdo en que una inmigración con la que comparten tantos aspectos culturales e históricos, así como una misma lengua y religión, puede servir mucho más a las necesidades que afronta el país. El envejecimiento de la población y la baja tasa de natalidad necesitan una respuesta inmediata. Y si a principios del 2000 el boom económico español generó un importante número de inmigrantes, lo que se está viviendo desde el fin de la pandemia es bastante llamativo. Entre el 2021 y el 2023, 2,67 millones de personas nacidas fuera de la Unión Europea han llegado para quedarse, lo que representa un incremento del 85% respecto a los tres años anteriores.

Para los latinoamericanos, a diferencia de otros inmigrantes como los africanos por ejemplo, llegar no es complicado. Muchos viajan como estudiantes, turistas o con permiso de trabajo y más adelante aspiran a cambiar su estatus. Así, poco a poco, el paisaje humano ha ido cambiando. Y contrario a lo que podría pensarse, la amnistía legislativa que se debate no ha sido impulsada directamente por el gobierno de izquierda de Pedro Sánchez, hoy en día bastante cuestionado por escándalos de corrupción, sino por diversos actores civiles que incluyen alcaldes de pueblos pequeños y despoblados, empresas que necesitan trabajadores, asociaciones de inmigrantes y hasta la Iglesia Católica.

España se convierte así en antagonista de todas las políticas migratorias que en este momento se desarrollan en Estados Unidos, donde la persecución y la deportación están a la orden del día. El país ibérico ha cambiado sus reglas para ayudar a cambiar el estatus de los inmigrantes que demuestren que tienen trabajo desde hace un tiempo, les ha facilitado el acceso a visas de trabajo para los que tienen contratos y aspiran a llegar a ese país, y ha suavizado las restricciones, tanto para los estudiantes que tienen visado como para las reunificaciones familiares.

Y es que según los expertos, ninguna otra medida ha sido más positiva para la sociedad española que la de la inmigración. El aumento de la población y el incremento de los aportes a la seguridad social han sido claves en momentos en los que el grupo de los llamados baby boomers comienza a jubilarse. El Banco de España publicó este año un informe en el que estima que hasta un 25% del crecimiento del PIB, que fue del 2,9 por ciento -el más grande de la Unión Europea- tiene que ver con el flujo de trabajadores extranjeros que pagan impuestos, suplen vacantes, se convierten en inquilinos y compran bienes y servicios.

Y algo aún más positivo es que estos inmigrantes no solo están cubriendo puestos de trabajo en sectores como el turismo, la construcción o la agricultura, sino también en áreas como la tecnológica o la de salud. España, un país con 48 millones de habitantes, tiene en este momento 3 millones de extranjeros que hacen parte de su fuerza laboral.

El experimento ya está en marcha, aunque como todo en este mundo, tiene sus críticos. Algunos opinan que España, con una tasa de desempleo por encima del 10 por ciento, no debería estar recibiendo tanta inmigración. Sus argumentos son los mismos que se escuchan en otros lugares del mundo donde se han cerrado en banda: que se frena el crecimiento salarial, que se pierde la identidad cultural, que aumenta la competencia par los trabajadores locales.

Por ahora, las cifras y los datos que arroja este manejo de la inmigración no pueden ser más positivas. Veremos si a largo plazo sirve de ejemplo a otros países que han olvidado muy pronto que somos pueblos en constante movimiento..

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