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Una frase del premio Nobel de Economía, Paul Krugman, puso el dedo en la llaga sobre lo que está pasando con las criptomonedas. En una columna del diario New York Times dijo que pasaron de ser una apuesta a una “gran estafa” y comparó la actual coyuntura con una de las mayores crisis financieras que se originó en Estados Unidos en 2008, por la debacle de las hipotecas subprime, cuyas repercusiones se sintieron en todo el planeta.
Y es que nuevamente el desplome de las monedas virtuales tiene en alerta a los inversionistas. En muy corto tiempo registraron una dramática caída, de hasta el 70% de su valor, lo que ha llevado a pérdidas millonarias. Pero lo cierto es que este no es un fenómeno nuevo ya que desde que salieron al mercado han estado en una montaña rusa.
El valor del bitcoin, una de las criptomonedas más conocidas, se ha trepado en los últimos años varias veces, para volver a caer estrepitosamente. A finales del 2021 llegó a un nivel récord de 68.000 dólares y hoy está por debajo de los 24.000 dólares. Este comportamiento llevó a muchos inversionistas arriesgados a tener ganancias extraordinarias, pero a otros a perder grandes cantidades de dinero.
Las criptomonedas no son otra cosa que dinero digital, que nadie controla o regula, no tienen bancos centrales que las respalden, de ahí que sean mucho más volátiles que cualquier otra inversión. Además del bitcoin, otras criptomonedas utilizadas por los inversionistas son Ethereum, Cardano, Solana, BNB, entre otras. El bitcoin fue la primera que salió al mercado hace 14 años.
Ahora la fiesta parece estar llegando a su final y la resaca está golpeando a más de uno. Detrás de esta acelerada caída están los vientos de desaceleración económica, o incluso de recesión, que comenzaron a soplar en algunos países y que están siendo impulsados por la elevada inflación.
El incremento acelerado de los precios está llevando a los bancos centrales a aumentar sus tasas de interés para contener esta escalada. Precisamente, la Reserva Federal de Estados Unidos aumentó la semana pasada sus tasas en 0,75 puntos, la mayor alza en 28 años, luego de que la inflación llegara a 8,6% en los últimos doce meses, la variación más alta en 40 años.
El aumento de las tasas de interés repercutió en el precio del dólar (en Colombia subió más de 100 pesos en un solo día) y en la caída de los principales mercados bursátiles. Las criptomonedas no podían salir ilesas, más cuando se tratan de inversiones especulativas, que no pueden ser ajenas a la incertidumbre económica, agravada por los impactos del conflicto entre Rusia y Ucrania.
Este comportamiento lleva a expertos a pensar que la burbuja estalló. Pero es que ha estallado varias veces en los últimos años, con subidas y bajadas. Cuando los precios comienzan a caer en picada, los que no tienen aversión al riesgo y buscan altos retornos en corto tiempo vuelven a invertir en estas divisas digitales, elevando nuevamente el precio. Por eso ahora se especula cuánto más puede bajar y si caerá por debajo de los 20.000 dólares, lo que llevaría a una mayor corrida.
Uno de los países que se jugó a fondo con las monedas virtuales es El Salvador. Su presidente Nayib Bukele apostó por el bitcoin como moneda de uso legal. Según estimaciones de Bloomberg el país ha perdido alrededor de 56 millones de dólares, lo que agrava su compleja situación fiscal. Sin embargo, el gobierno sostiene que no ha incurrido en pérdidas porque no ha vendido. Pero el riesgo que corre esta nación centroamericana es grande.
Con estas señales la pregunta que surge es si no es hora de regular este mercado en lugar de dejarlo solo al vaivén de la oferta y la demanda.
En Colombia se puso en marcha un proyecto piloto, del que hace parte un comité evaluador integrado por nueve entidades del gobierno, entre ellas la Presidencia de la República, los Ministerio de Hacienda y el de TIC, El Banco de la República, la Superintendencia Financiera, la Dian, Las Superintendencia de Sociedades y de Industria y Comercio, entre otras, con el fin de analizar el comportamiento de estos criptoactivos en un ambiente controlado y donde haya trazabilidad de las operaciones. Varios bancos realizaron alianzas con plataformas legalmente constituidas que operan estos activos digitales para que se puedan realizar operaciones de compra y venta.
Sin embargo, hay que aclarar que los bancos no están autorizados para invertir, ni intermediar con estos criptoactivos y solo serían un canal para facilitar los pagos. En ningún momento entrarían al sistema financiero.
Los resultados de esta prueba piloto se conocerán en las próximas semanas y arrojarán luces sobre un mercado que despierta más interrogantes que certidumbres y en el que miles de apostadores se juegan millonarios recursos todos los días .