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¿Habrá cambio de rumbo?

El mensaje de las urnas es claro, así el Presidente no lo quiera escuchar. Pero todavía se puede rectificar el rumbo.

06 de noviembre de 2023
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  • ¿Habrá cambio de rumbo?

Por un breve instante llegamos a creer que se nos iba a hacer el milagro. Creímos, en la noche del pasado domingo 29 de octubre, cuando ya se cerraron las urnas y se conocieron los resultados, que la voz del electorado colombiano sería escuchada. Ese electorado que, si bien salió ese día a pronunciarse sobre temas locales y departamentales, aprovechó la ocasión para pronunciarse sobre el rumbo del país y sobre el desempeño de Gustavo Petro como Presidente.

Ese pronunciamiento, ya lo hemos dicho, fue sonoro y contundente: netamente en contra de la gestión del presidente Gustavo Petro. Por eso, negar que en el país hay un sentir de insatisfacción sería ir contra hechos y cifras, sería querer tapar el sol con los dedos.

Pero cualquiera pudo haber pensado que ese milagrito, el de que el Gobierno recapacite, se nos iba a hacer, porque en su primera alocución después de conocido el resultado electoral el Presidente se mostró conciliador y dispuesto a escuchar.

De ese sueño nos despertamos con una ducha fría cuando, en las horas de la mañana siguiente, el Presidente entró en uno de sus arrebatos tuiteros y se dedicó a tratar de probar que por el contrario en la jornada electoral le había ido muy bien. Para hacerlo, ha recurrido a todo procedimiento de contabilidad creativa, valiéndose del hecho de que, en un certamen con tantos niveles (concejos, alcaldías, gobernaciones y asambleas) son muchas las cuentas distintas que se pueden hacer.

Se ha valido también el Presidente del hecho de que el Pacto Histórico no es propiamente un partido sino una agrupación de fuerzas que ha ido cambiando, y que además otras fuerzas políticas lo apoyaron en la segunda vuelta de 2022. Y ni hablar del hecho de que mete en sus cuentas a las agrupaciones que son o han sido partido de gobierno. Y así, torturando las cifras, maquillando los números, y estirando al máximo posible las interpretaciones, se declara franco ganador de la jornada.

Es tan absurdo este procedimiento, que incluso a un partido como el Conservador, que hoy es oposición frontal al gobierno (aunque en el pasado las marrullas le hayan llevado a apoyarlo), le tocó salir con comunicado oficial donde aclaran que en ningún rincón del país hicieron coalición con el presidente Petro.

Pero es también absurdo que el Presidente se ponga en esas. Más fácil sería aceptar la realidad, como por ejemplo rápidamente la aceptó su amigo y escudero Gustavo Bolívar (derrotado en Bogotá), quien en la noche del domingo 29 dijo sin ambigüedad que los resultados eran un castigo a la falta de ejecución de los cambios prometidos. Afirmó luego que esos cambios ya están por venir, pero al menos no se puso una venda en los ojos ni trató de negar lo evidente.

Y lo evidente es que el Presidente, y las fuerzas y líderes que lo apoyan, fueron derrotados. Si bien todos los municipios son importantes, ¿cómo negar que las seis grandes ciudades tienen un valor político desmesurado, no solo por simbología sino por la población que tienen? En ese grupo de ciudades, que concentra a más de 16 millones de colombianos, los aliados del Presidente no ganaron ninguna alcaldía. Igual sucedió con los departamentos. Aún más, varios de sus candidatos, como en Medellín e incluso en Bogotá, recibieron una pela apabullante. Y en varios lugares de muy especial simbolismo, como aquella Cali epicentro del paro de 2021, donde incluso había un monumento a la “resistencia”, el Pacto Histórico ni siquiera fue capaz de llegar a las elecciones con un candidato viable.

Un interesante análisis hecho por el Grupo de Estudios Demos de la Universidad del Rosario muestra este panorama: en alcaldías, los ganadores netos son los conservadores, tanto solos como en coalición. Les siguen el Partido de la U, los liberales y Cambio Radical. En Concejo (medido por votos) se impone el Partido Liberal, seguido del Conservador, el Verde y el voto en blanco. Pese a todos los gritos de cambio, el país sigue apoyándose en las fuerzas políticas de siempre.

Queda expuesto el hecho de que, pese al rutilante desempeño de la izquierda en las urnas en 2022, les está costando trabajo dar continuidad y estabilidad a su proyecto. Puede ser, también, que el culto a la personalidad que han formado alrededor del Presidente esté cohibiendo la formación de nuevos liderazgos.

Aquí hay una oportunidad para cambiar. No es tarde, y este país, ansioso como está de tranquilidad, estabilidad, y de poder retomar un rumbo de mejor gobierno y menos confrontación, acogería ese cambio sin resentimientos y se ofrecería a ayudar. Todavía se puede.

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