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Los humanos dependemos de los polinizadores para alimentarnos. Son responsables del 35 % de la producción mundial de alimentos y en este reducido grupo se destacan las abejas, que visitan 90 % de los principales cultivos.
Por eso se dice que uno de los tres platos fuertes que consumimos cada día depende de estos insectos.
Pero están amenazados en casi todo el mundo, de acuerdo con la alerta que lanzó la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad (Ipbes), órgano que estudia el estado de las distintas especies.
Aunque hay más de 20.000 especies de abejas, menos del 2 % responde por el 80 % de la polinización.
Diversas listas rojas de animales estiman que 40 % de las especies tienen algún grado de amenaza.
La deforestación, el deterioro de ecosistemas, las prácticas agrícolas inadecuadas, las plantas modificadas y hasta el cambio climático están entre los principales factores que diezman las poblaciones.
El uso indiscriminado de pesticidas, en particular insecticidas, es una de las mayores amenazas, que llevó a varios países europeos a restringir el empleo de los neonicotinoides, principio activo que se ha demostrado que afecta estos insectos.
La preocupación es mundial y a ella no escapa Colombia, que tiene algo más de 1.000 especies de abejas.
Entre 2015 y 2017 murieron más de 15.000 colmenas, cada una con entre 80.000 y 120.000 de estos polinizadores, de acuerdo con el Colectivo Abejas Vivas, creado por apicultores para llamar la atención sobre la situación, de la que culpan al uso inadecuado de agroquímicos.
Se afectan las melíferas y disminuyen a la vez poblaciones de meliponas y abejas nativas sin aguijón, como muestran estudios y observaciones. Ellas cumplen también un papel ecológico esencial.
Pese a que hay más de 80 cultivos promisorios que podrían mejorar rendimiento y calidad de los productos si se emplearan abejas para la fertilización (no solo melíferas), solo 1 % recibe ese servicio.
El país cuenta con cerca de 115.000 colmenas de la melífera, cifra que crece lentamente, cuando la capacidad es para más de 700.000. Para fomentar la actividad y aprovechar la polinización, es prioritario establecer algunas acciones:
Establecer un uso racional de insecticidas (si es del caso restringir algunos), a través de un diálogo efectivo agricultores-apicultores mediado por instituciones del sector para reducir la mortalidad y beneficiar ambos sectores, buscando además reducir la deforestación y el desmalezamiento de terrenos adyacentes a los cultivos que igualmente están reduciendo las poblaciones.
Es conveniente asimismo destinar recursos para estudiar las nativas, conocer su estado, ecología y servicios para su cuidado y mejor aprovechamiento. Y es hora de desplegar programas educativos para desmitificar estos insectos y quitarles el aura negativo que para muchos supone su presencia, porque no son una amenaza y antes nos aportan.
Para protegerlas cursa en el Congreso un proyecto de ley y se estructura la Iniciativa Colombiana de Polinización. Ojalá sean herramientas útiles para reducir los problemas alrededor de los polinizadores, que son vida y alimentación por los cultivos que sirven y por los productos que fabrican, de la miel al propóleo y la cera para citar unos.
Hay que cuidar las abejas.