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Tal vez no ha habido episodio más cruel en la historia de las campañas políticas en Colombia, al menos en la historia reciente, que el ataque de algunos seguidores de Gustavo Petro -e incluso del mismo candidato- contra su competidor Rodolfo Hernández por el secuestro y la desaparición de su hija Laura Juliana.
Laura Juliana tenía 23 años cuando la secuestraron, hoy tendría 51. De los cuatro hijos de Socorro Oliveros y Rodolfo Hernández era la única mujer, estudiaba Derecho en la Santo Tomás y desapareció mientras se dirigía a la casa de una amiga en Ocaña. Con el paso del tiempo se dieron cuenta de que estaba en poder de la guerrilla del Eln. El hoy candidato presidencial Hernández contó que les pidieron 2 millones de dólares por el rescate, pero no era la primera vez que la familia sufría un plagio --el papá de Hernández había sido secuestrado y habían pagado por su liberación-, en el caso de Laura Juliana, la familia decidió no transar, en un intento de evitar que los siguieran secuestrando una y otra vez. Desde entonces y hasta el sol de hoy no se volvió a saber de Laura Juliana.
De repente, a los seguidores del Pacto Histórico les ha parecido buena idea convertir ese profundo dolor en tema de la campaña política. Pero no propiamente para condenar el secuestro, como lo haría cualquiera con un ápice de humanidad; por el contrario, lo han utilizado para fustigar a Hernández y poner en duda incluso el secuestro de su hija. ¿Rodolfo Hernández, entonces, les salió a deber? ¿Esto acaso significa que, de paso, ponen en entredicho los millones de víctimas del país?
Uno de los primeros en sacarle en cara el secuestro fue el candidato Gustavo Petro. En un trino escribió que le “pareció inhumano que contara con tanta naturalidad que pagó el rescate de su papá pero no el de su hija”, según Petro, “porque no quería gastar más dinero. Eso es frívolo”. ¿Frívolo? A un señor le secuestran su hija, le piden plata por ella y no vuelve a aparecer más ¿y lo único que tiene para decir un candidato con gran opción de ser presidente de Colombia es que el señor Hernández es “frívolo”? ¿Cuántos hijos le han secuestrado a Gustavo Petro para que con tanta autoridad dicte cátedra al respecto?
No hay ni un asomo de bondad en el corazón de quien se atreve a juzgar a un padre ante la tragedia de su hija ¿O es que el protocolo del posible gobierno de Gustavo Petro indica que hay que pagar rescate a las bandas delincuenciales que secuestran en Colombia? Y aún más inquietante: ¿Cómo se atreve a formular esa crítica sabiendo que el Eln, que podría ser el responsable de la desaparición de Laura Juliana, ha manifestado su apoyo a Petro? Es hora de que el candidato diga claramente de qué lado está: si del lado de las víctimas o del lado de los victimarios.
Pero el Pacto Histórico no se quedó ahí. Empezaron también a promover en redes sociales la versión de que la cédula de Laura Juliana, la hija desaparecida de Rodolfo, seguía activa y tenía un apartamento a su nombre. La hicieron ver como si fuera una denuncia que develara secretos profundos y para eso publicaron los facsímiles que supuestamente eran la prueba de una gran irregularidad. Una mezquindad más. Como si no supieran que tal vez la tragedia más grande de Colombia es la de los desaparecidos porque ellos y sus bienes siguen en una suerte de limbo por mucho tiempo: sus familias se quedan sin saber si existen o no.
Por no hablar de un reconocido barra brava de Petro, que tiene casi 500.000 seguidores en twitter, que escribió una retahíla de groserías y dijo que Hernández “se inventó el secuestro de su hija”. Un trino con el que logró más de 20.000 “me gusta”. ¡Ay! Bien les respondió Alf Onshuus, un colombiano que estuvo secuestrado en 2008: “Lo que están haciendo negando el secuestro de la hija de Rodolfo Hernández, porque un grupo armado lo niegue, o porque no tiene el cadáver para mostrarlo, es escupirles en la cara a todas esas víctimas que tampoco tuvieron clausura: para mí las que más han sufrido el conflicto”.
Si con los campos de concentración que montaron las Farc en la selva habíamos caído muy bajo como sociedad, y con los falsos positivos de sectores de los militares nos hundimos aún más, esto que han hecho en la última semana seguidores del Pacto Histórico muestra que estamos más enfermos de lo que pensamos. Es una nueva versión de la decadencia de la política, de su tremenda deshumanización y de como se convierten en seres viles por el simple prurito de ganar la Presidencia.
Si Hanna Arendt viviera podría darle un nuevo alcance a su teoría sobre la banalidad del mal