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La educación ha sido una de las actividades más afectadas por la pandemia de enfermedad por coronavirus (covid-19). La emergencia significó para la educación el cierre de muchas de sus actividades, la suspensión de las clases presenciales en todos los niveles fue una constante en toda América Latina. En Colombia, en particular, el cierre ha sido especialmente estricto. El gobierno colombiano suspendió las clases desde el 16 de marzo de 2020, una decisión que afectó a más de 10 millones estudiantes. Apenas ahora empiezan las clases con fórmulas mixtas (presenciales y virtuales).
Ante los cierres, las escuelas y colegios desplegaron todo tipo de acciones para atenuar el impacto sobre los estudiantes. Invirtieron en plataformas de educación a distancia, apoyaron a estudiantes y profesores en las dificultades y en la salud de cada uno de ellos. Un esfuerzo importante, sin lugar a duda, pero que al parecer no fue suficiente.
Se tenía mucha aprehensión acerca del efecto que sobre la educación en Colombia tiene esta época aciaga. Ya se sabía por algunos estudios internacionales que el cierre de colegios había reducido el rendimiento académico de la cohorte del año 2020 frente a cohortes anteriores. Las cifras para Colombia ya empiezan a conocerse y desafortunadamente confirman esos temores.
Un estudio reciente del Observatorio de Educación de la Universidad Javeriana (Saber11 en tiempos de Pandemia ¿Quiénes fueron los más afectados?), que se centró en el análisis de las pruebas Saber11 administradas por el Icfes para los años 2017-2020, muestra que el cierre de los colegio debido a la enfermedad perturbó el desempeño académico de los estudiantes colombianos. Los efectos de la falta de clases presenciales sobre la educación son reales y muy tangibles.
En general, se presentaron menos estudiantes a las pruebas (5,4 % menos que el año anterior). El puntaje global en promedio también cayó un punto. En términos de resultados, los más afectados fueron los estudiantes de los colegios oficiales y los estudiantes rurales. En esas condiciones la brecha entre los estudiantes de colegios oficiales y privados se amplió.
Las consecuencias de esta situación sobre el futuro de una parte importante de la juventud colombiana van a ser dramáticas. Los egresados de los colegios públicos no van a poder ingresar a la universidad con los puntajes que obtuvieron, ni van a poder acceder, o por lo menos en menor número, a las becas que se otorgan a estudiantes de bajos ingresos con buenos puntajes en las pruebas.
Comparativamente, se presentaron a las pruebas muchos menos estudiantes de los colegios públicos, lo cual es una señal de que muchos de ellos ya renunciaron a continuar su formación superior. Un drama para una sociedad que ve como una parte importante de sus jóvenes claudicó ante la pandemia y va a llegar sin una formación suficiente al mercado laboral.
Al final, se llega a una conclusión muy clara: la falta de clases presenciales tuvo consecuencias reales en la educación de los jóvenes colombianos, en especial de los más pobres que no tuvieron la posibilidad de tener mejor acceso a la educación virtual. Así las cosas, los colegios deben volver a funcionar presencialmente, con todas las precauciones. Se hace urgente cerrar la brecha que se amplió. Rescatar a quienes desertaron, nivelarlos en términos de apoyarlos para que vuelvan a la educación que tuvieron que abandonar. No puede haber una generación pérdida por la pandemia