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Editorial

La encrucijada del mínimo

Aunque el gobierno estará tentado a ser muy generoso en el porcentaje de aumento, debe primar la sensatez para evitar mayores impactos en la inflación.
Publicado

Este lunes comienza la primera reunión de la mesa de concertación que es el abrebocas a la difícil negociación del salario mínimo, que se da cada año por estas fechas.

No será fácil lograr un consenso de los participantes (gobierno, empresarios y centrales obreras) en torno al porcentaje de aumento del salario mínimo que devengan millones de colombianos. En esta ocasión hay variables que van a afectar el debate: una es la elevada inflación y otra es la discusión sobre las reformas pensional y laboral que se presentarán el año entrante.

Aunque ninguno de los tres actores que participa en las discusiones ha destapado todavía sus cartas, es claro que los trabajadores irán por el máximo aumento posible luego de que para este año se aprobó un alza del 10 %, que ya se la comió la inflación. Y los empresarios, que fueron tan generosos el año pasado y apoyaron sin miramientos la propuesta del gobierno, esta vez serán cautos, más porque se les viene una carga adicional con la reforma tributaria.

La fórmula para definir el alza no ha variado por el momento; incluye la inflación del año que está terminando y el aumento en productividad. Los analistas económicos estiman que la variación de precios en 2022 podría terminar entre 10 % y máximo 12 %, un comportamiento que no se veía en 24 años. Y en aumento de productividad se esperaría una variación del 1%. Así las cosas, el incremento en el salario mínimo debería estar en un rango de 11 % y 13 %.

Pero no será sencillo llegar a un acuerdo, más cuando el gobierno Duque dejó lo que para algunos fue un mal precedente al aprobar para este año un aumento del 10,07 %, que estuvo muy por encima de la inflación del 5,6 %. Los empresarios apoyaron esa propuesta, tal vez tratando de frenar la ola de descontento que estaba capitalizando el entonces candidato Petro, con lo cual el salario mínimo quedó en un millón de pesos más 117.112 pesos de subsidio de transporte. El presidente de la Andi, Bruce Mac Master, dijo que este había sido “un hecho solidario y contundente” que surgió de la voluntad de los empresarios, que lo consensuaron con las centrales de trabajadores y el gobierno nacional

Veremos si este año los empresarios son tan generosos, más ahora que las condiciones son muy distintas y han salido a relucir varios roces con el gobierno por la discusión de los nuevos impuestos. La relación entre la Andi y la administración Petro no es la mejor. Mac Master considera que el mandatario ha decidido liderar una campaña de estigmatización y desprestigio contra las empresas porque critican sus propuestas. De hecho, no se había visto que un asesor del Presidente saliera a descalificar al líder de la Andi, como ocurrió esta semana, diciendo que tal vez lo que hace falta es un interlocutor válido en este gremio.

Con la relación tensa se inician las discusiones en materia laboral y salarial, en las que deben primar la cordura y sensatez para evitarle mayores dolores de cabeza a la economía. El gobierno puede tener la tentación de ser muy generoso en su propuesta para obtener el aplauso de los trabajadores, pero el costo puede ser muy alto, incluso y sobre todo para los mismos trabajadores, porque le echaría más leña a una inflación que no da muestras de ceder tan fácilmente.

El último año que Colombia tuvo una inflación de dos dígitos fue en 1998 cuando llegó a 16,7 % y a partir de ahí comenzó a descender por las acciones del Banco de la República, cuyo principal mandato es el control de precios. El nivel más bajo a que se llegó fue en 2020, con 1,61 % por la recesión económica, producto de la pandemia.

Pero ahora la inflación ha vuelto por sus fueros y si no se toman medidas el país puede entrar en una espiral indeseable, que afectará el bolsillo de todos, especialmente de los más pobres. Ya todos sabemos que la inflación es, en últimas, un ‘impuesto’ regresivo porque terminan pagando más los más pobres.

Por eso el alza en el mínimo juega un papel clave porque si la carga laboral es muy alta para las empresas, estas terminarán trasladando ese costo en los precios de los productos a los consumidores, a lo que se suma un dólar que se acerca a los 5.000 pesos y que encarece todos los importados.

Otro es el impacto en la generación de empleo porque a mayor carga laboral más se fomenta la informalidad, que es de 58 % y hay menos disposición para crear trabajos formales. Un estudio del Banco de la República señala que por cada 1 % que se incremente el salario mínimo por encima de la inflación, el empleo se reduce en esa misma proporción, y que los efectos más fuertes se dan en las empresas con menos de 20 trabajadores.

La discusión del mínimo será una oportunidad para que el gobierno demuestre qué tan responsable es con el manejo económico y despeje los temores y la incertidumbre que crece en el país por algunos anuncios de corte populista .

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