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El último informe del Banco Mundial sobre la migración y las remesas (World Bank, 2019, Migration and remittances: recent developments and outlook), da una imagen muy completa del estado de esos dos fenómenos, muy relacionados entre sí. El fresco que se obtiene es el de un flujo muy importante de dinero, que proviene del considerable número de migrantes que gira esos recursos a sus familias en el país de origen; ambos números han crecido en los dos últimos años.
En efecto, los migrantes alcanzan 266 millones en el año 2018, y los flujos de remesas hacia los países de ingreso medio y bajo tuvieron una cifra récord de 529 mil millones de dólares, un 9,6 % más que en 2017, año que con 483 mil millones de dólares, representaba ya un máximo histórico. En 2019 se estiman 550 mil millones de dólares, que convierte a las remesas en la principal fuente de financiamiento externo de ese grupo de países. De hecho, si excluye a la China, los 462 mil millones de dólares que quedan hacen que las remesas sean más grandes que los flujos de inversión extranjera directa.
Por regiones, en 2018 se tiene un 7 % de crecimiento en el ingreso de remesas a los países del este de Asia y el Pacífico, y de 12 % en el sur de Asia. En América Latina y el Caribe los flujos de remesas crecieron 10 %. Por países, los receptores más grandes en 2018 fueron India (US$79 mil millones), seguida de China (US$67 mil millones). México es el más grande en la región (US$36 mil millones), con un crecimiento del 11 % en relación con 2017.
El incremento de las remesas hacia los países de ingresos medios y bajos se debe no solo al creciente número de trabajadores extranjeros de esos orígenes, sino también al buen momento de la economía de Estados Unidos y a los sostenidos flujos de ingresos provenientes de los países del Golfo y la Federación Rusa.
Colombia no es ajena a esa dinámica mundial, aunque las cifras son menos impresionantes. Los datos del Banco de la República (Garavito et al, 2019) muestran que la migración colombiana aumentó y que la proporción en relación con la población total pasó de 3 % en 1990 a 5,6 % en 2017. En ese año los migrantes colombianos giraron a su país 5,4 mil millones de dólares, un 66 % más que en 2005.
Una característica de las remesas colombianas es que se están diversificando y ya no se concentran sobre todo de Estados Unidos y Europa, sino que han ganado importancia otros países emisores como Chile o Argentina. De otro lado, los migrantes recientes son más jóvenes y en su mayoría solteros y, por esa razón, giran relativamente menos dinero por persona que las anteriores generaciones de viajeros.
Las remesas representan 1,7 % del PIB colombiano y un 9 % de los ingresos corrientes de la balanza de pagos, una suma que es equivalente al 14 % de las exportaciones totales, casi el doble de las exportaciones de café, y 1,1 veces los ingresos que dejan los viajeros internacionales.
Con esas cifras no hay ninguna duda de la importancia que tiene ese rubro para el país. No hay que olvidar, sin embargo, que esos ingresos son volátiles y dependen de la salud de las economías en donde se generan. Y ahí, ese pronóstico no es tan bueno.