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Según panorama de la Cepal, desde 2015 se ha retrocedido en términos de la erradicación de la pobreza, de la pobreza extrema y la reducción de la desigualdad, los elementos
claves para lograr un desarrollo sostenible.
El reciente Panorama Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) muestra un preocupante deterioro de algunos indicadores sociales en 2019. A las economías de la región les ha costado encajar el fin del boom de las materias primas, la destorcida de los precios de los bienes básicos está afectando la situación de la población, como lo constata el documento.
Las cifras de Cepal señalan que en 2019 el problema de la pobreza se complica aún más. La región en este año tiene un alza de siete décimas en el índice general de pobreza y de ocho en el caso de la extrema. Se estima que al finalizar 2019 habrá 191 millones de pobres, 6 millones más que el año pasado. Con 66 millones de personas en la pobreza extrema.
Por su parte, la desigualdad en la distribución del ingreso continúa con su tendencia a la baja, pero a un ritmo menor al observado en la década pasada. Para la CEPAL esto causa alarma, porque la igualdad está en el centro del desarrollo, en tanto provee a las políticas de un fundamento centrado en un enfoque de derechos, y es también una condición para avanzar hacia un modelo de desarrollo centrado en el cierre de brechas estructurales y en la convergencia hacia mayores niveles de productividad. En este contexto, la desigualdad es ineficiente y se transforma en un obstáculo para el desarrollo sostenido.
En el deterioro de las condiciones sociales en América Latina pesa mucho la situación de Brasil y Venezuela, aunque Colombia y Bolivia han visto aumentar la pobreza extrema. En nuestro país se observa una ligera mejoría en la desigualdad, en contraste con lo observado en otros países.
Los gobiernos han hecho un esfuerzo para aliviar las cosas, con un espacio fiscal reducido. El gasto medio por persona muestra una estabilización entre 2017 y 2018, manteniéndose en los niveles más altos de los últimos 18 años, el doble de los montos disponibles a inicios del siglo XXI. Sin embargo, los países de la región siguen lejos de alcanzar los compromisos intergubernamentales en ámbitos como la salud, la educación y la cultura.
El empobrecimiento y, en general, el empeoramiento de las condiciones sociales se da en un contexto complicado que hace prever su persistencia. No parece posible un mejor crecimiento económico regional con una economía mundial en dificultades. El riesgo por el clima también está aumentando y cada vez hay más desastres naturales. La migración está creciendo y se ha convertido en un desafío para las autoridades locales. El mercado de trabajo está cambiando por cuenta de las cadenas de valor y la revolución tecnológica. La buena noticia es la resiliencia de la clase media aunque ésta, si el estado de las economías se continúa deteriorando, corre el riesgo de volver a la pobreza, ya que no podría soportar el desempleo.
Las conclusiones no son muy alentadoras, pero al mismo tiempo son esclarecedoras del estallido social en la región. Desde 2015 se ha retrocedido en términos de la erradicación de la pobreza y de la pobreza extrema y la reducción de la desigualdad, los elementos claves para lograr un desarrollo sostenible. El estudio de CEPAL permite entender por qué parece que la región se desmorona ante nuestros ojos, al tiempo que afina el análisis para que los gobiernos adecuen sus políticas y puedan superar la crisis social.