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Editorial

Las lecciones del Space

¿Qué les costaba a los funcionarios escuchar las alertas? ¿Cuánto se puede ganar un funcionario de estos para que no haga la mínima tarea de oír a los ciudadanos?”.
Publicado

El fallo por la caída del edificio Space no puede tener una conclusión más contundente (y dolorosa): la Alcaldía de Medellín pudo evitar la tragedia. Y no es una mera frase de cajón. En la sentencia del Tribunal Administrativo de Antioquia se describe toda una cadena de errores, desgreño administrativo y falta de control técnico riguroso para evitar que el edificio se desplomara como si se tratara de un castillo de naipes.

Por supuesto que los constructores privados tienen gran parte de la responsabilidad, toda vez que son los primeros llamados a garantizar que la obra esté en perfectas condiciones para la seguridad de sus habitantes. Un buen constructor de edificios no necesita cumplir requisitos para hacer bien y honestamente su trabajo. Pero como no todos son buenos y honestos para eso está el Estado, como encargado de regular y controlar que a la gente no le metan gato por liebre. Y es ahí donde el Tribunal de Antioquia confirma que en el caso del Space, no solamente falló el constructor, sino también falló el curador y la alcaldía de turno a la hora de revisar que todo estuviera en orden.

La primera instancia del proceso había casi absuelto al Municipio porque decía que su función de vigilancia era meramente formal, casi como hacer un check-list para verificar documentos que debe tener el constructor para obtener los permisos. Pero en la segunda instancia, el Tribunal va mucho más allá, considera que la labor del Municipio debe ser más profunda, no meramente enumerativa de cumplimiento de requisitos, en el trámite de aprobación, y no ahorra palabras en contra de la gestión de la Alcaldía: “pudo haber evitado el colapso y no lo hizo, lo cual lo hace responsable de los daños causados (...) De haber sido otra la conducta asumida por la autoridad administrativa no se hubieran desencadenado los hechos tal como ocurrieron”.

Y es que desde el día en que un ciudadano los alertó por los movimientos del edificio y por la falta de claridad sobre la estabilidad de la estructura (abril de 2010), los funcionarios responsables pudieron bien darse cuenta de los errores en los planos y la deficiente construcción del edificio. Pero nada de eso hicieron.

Peor aún, a pesar de las alertas, la Alcaldía expidió el acta de recibo de la etapa cinco de Space el 22 de noviembre de 2010. En la constancia dice que no “conlleva pronunciamiento alguno sobre la calidad de la construcción y las condiciones estructurales”. Es decir, algo así como recibo pero no doy garantía de nada.

El caso del edificio Space bien podría servir para crear una cátedra de todo lo que está funcionando mal en la administración pública. Aunque hay muchos funcionarios que trabajan con gran devoción por el servicio público, hay otros para los cuales el único propósito es tener un puesto. Suelen fallar, en algunos casos por desidia, en otros por incompetencia y en unos cuantos más por corrupción. Y lamentablemente cada una de estas tres cosas, como lo demuestra este caso, puede llegar a matar. Las 12 personas que tuvieron la mala suerte de no poder escapar de un edificio que estaba roto por dentro dan una trágica cuenta de ello.

¿Qué les costaba a los funcionarios escuchar las alertas? ¿Cuánto se puede ganar un funcionario de estos para que no haga la mínima tarea de oír a los ciudadanos? Es de verdad indignante.

Esta condena contra el Municipio marca un precedente importante. Podrían venir nuevos fallos condenatorios contra la Alcaldía porque, según los datos conocidos, hay otros 10 edificios enfermos, además de los tres que también tuvieron que ser derribados (Bernavento, Altos del Lago y Babilonia). ¿También habrían podido prevenir las administraciones de Medellín, Rionegro e Itagüí que esos edificios tuvieran que ser derribados por fallas graves en su construcción?

La sentencia del Tribunal es una suerte de grito desesperado: para los constructores que no pueden perder de vista los principios de su profesión; para los curadores y funcionarios públicos que sean conscientes de que en cualquier trámite pueden estar jugando con la vida de las personas; y en general para el desarrollo de nuevos proyectos de construcción la premisa debe ser una sola: nunca más se puede repetir una tragedia como la del Space

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