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Según las Naciones Unidas, la pandemia tuvo un impacto desproporcionado sobre las mujeres en América Latina y el Caribe, si se compara con el de los hombres. En la región la participación de las mujeres en el mercado laboral pasó del 41 % en 1990 al 53 % en 2019, una tendencia ascendente importante pero que está en serio riego de invertirse en el contexto actual.
La información recopilada en el informe de Medellín Cómo Vamos y Proantioquia (“¿Cómo va la calidad de vida en Medellín?, 2019-2020. Por la autonomía económica”) muestra que Medellín no es la excepción y en la ciudad está sucediendo algo parecido a lo que se observa en América Latina.
El hecho es que las mujeres tienen más posibilidades de encontrarse en una situación laboral y profesional más frágil, como consecuencia de que muchas trabajan en el sector informal y en servicios (comercio, hotelería, restaurantes, servicios personales), donde están a cargo de tareas en las que es difícil el distanciamiento social.
En esas condiciones, las consecuencias para las mujeres son muy preocupantes. La seguridad alimentaria se complicó con la pandemia. Según el informe, entre 2019 y 2020 el porcentaje de mujeres de Medellín que afirmó que ellas o algún miembro de su hogar, tuvo que comer menos de tres comidas diarias por falta de alimentos, pasó del 19 % al 29 %, mientras que en el caso de los hombres fue del 13 % al 15 %.
Así mismo, la destrucción de empleos por la pandemia afectó desproporcionadamente a las mujeres. Entre 2019 y 2020 el número de ocupadas se redujo de 825 mil empleos a 741 mil. En 2020 se destruyó el 10,2 % del empleo de las mujeres en la región, frente al 8,2 % para el caso de los hombres. En consecuencia, la tasa de desempleo femenino en 2020 tuvo el registro más alto de la última década (20,7 %).
Para las mujeres jóvenes, aunque no se detalla el dato para 2020 en el informe, el panorama puede ser aún más sombrío. Ese grupo tenía entre 2016 y 2019 las tasas de ocupación y participación laboral más bajas, con la tasa de desempleo más elevada (22,2 %). Así mismo, tenía la mayor participación dentro del total de jóvenes que ni estudiaban ni trabajaban. Es previsible que esa situación de las mujeres jóvenes haya empeorado todavía más con la pandemia.
De otra parte, una de las consecuencias más perturbadoras de la pandemia sobre la situación de las mujeres fue el aumento de la violencia intrafamiliar. En efecto, según datos de la Policía Nacional para el año 2020 en Medellín se reportaron 7.679 casos de violencia intrafamiliar con víctimas mujeres, mientras que con víctimas hombre fueron 1.783 casos.
En general, en el informe se observa que 2020 fue un mal año para las mujeres en Medellín y la región metropolitana. Las brechas de bienestar que impiden construir la autonomía económica, que a su vez es la base de la libertad individual, se agravaron con la pandemia y sus repercusiones económicas. Las mujeres fueron más afectadas relativamente y eso limita sus posibilidades de desarrollo.
Las respuestas inmediatas de las políticas públicas deberían incorporar esa dimensión del empeoramiento de la situación de las mujeres por la pandemia. Fundamental, como plantea el informe, elaborar estrategias para cerrar la brecha entre hombres y mujeres en torno a diferentes aspectos de calidad de vida e interacción en la sociedad