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El Informe al Congreso que presentó la Junta Directiva del Banco de la República (JDBR) el 30 de marzo, es un documento histórico que muestra cómo el banco central colombiano actuó para encarar la inédita emergencia generada por el Covid-19. En una labor que, junto con la del Gobierno, amortiguó el efecto de los diferentes choques que golpearon simultáneamente la economía. De otra parte, con información completa para el 2020, el Informe hace un exhaustivo balance del estado de esta última, incluyendo un llamado de atención, muy perentorio, sobre el crecimiento que tiene la deuda pública.
Según la JDBR, las medidas de confinamiento decretadas por el Gobierno Nacional desencadenaron un choque de oferta, por el cierre de buena parte del aparato productivo. Al mismo tiempo, se dio uno de demanda, por el encierro de los hogares y la caída de la inversión privada. A lo anterior se agregó la disminución de los precios del petróleo y del carbón como consecuencia del desplome de la economía mundial.
Ante esa situación tan compleja el Banco de la República actuó rápidamente, brindó liquidez a los mercados financieros, en pesos y en dólares, y redujo su tasa de interés de política en 250 puntos básicos, hasta situarla en 1,75 %. El propósito era garantizar el funcionamiento adecuado del sistema de pagos, mantener la oferta de crédito, contribuir a la estabilización de mercados claves y apoyar la reactivación de la economía.
Al finalizar 2020 todos los indicadores económicos estaban mejorando, aunque estaban todavía en terreno negativo. En efecto, la economía se desplomó en el segundo trimestre (-15,6 %) y aunque se recuperó gradualmente, el decrecimiento fue de 6,8 % en el año completo. Para la JDBR la recuperación continuará con fuerza desde el segundo trimestre de 2021 y el año cerrará con un 4,5 % de crecimiento.
Será un crecimiento sin inflación. Aunque la demanda agregada se está recuperando, por cuenta del consumo de los hogares, todavía hay excesos ce capacidad instalada que harán que en 2021 no haya presiones alcistas, con la cual es probable que la inflación esté en menos del 3 % al finalizar el año. Tampoco preocupa el déficit en cuenta corriente, que recoge si Colombia hace un gasto mayor en sus transacciones internacionales que lo que recibe por ellas. Este se corrigió en 2020 (de 4,4 % a 3,3 %). Algo inesperado pero que resulta positivo, porque el empeoramiento del déficit es una mala señal de la salud de una economía. En 2021 puede llegar a 3,6 %, a medida que la economía se recupere y aumenten las importaciones.
Se podría decir que hay dos temas que preocupan a la autoridad monetaria. El primero es el desempleo, porque la actividad económica todavía estará en 2021 en niveles inferiores a los que había antes de la pandemia, con lo cual la tasa de desempleo va a permanecer alta, probablemente en 14 %, según el estimativo que trae el Informe.
El segundo tema que causa preocupación se enuncia en diferentes oportunidades en el Informe: la situación de las finanzas públicas. El déficit fiscal y la deuda pública se incrementaron significativamente por el esfuerzo de gasto que tuvo que hacer el Gobierno para mitigar el impacto negativo de la pandemia y por la reducción del recaudo tributario. Esto lleva a que la situación fiscal pueda estar condicionando a la política monetaria. Urgente resolver lo fiscal porque puede crear dificultades a la economía