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Apenas a cuatro meses de unas elecciones críticas, Estados Unidos está frente a múltiples crisis. La pandemia pareciera estar fuera de control, la recesión es muy profunda con un desempleo galopante, la tensión social por cuenta de la desigualdad y el racismo está aumentando. Para muchos, la situación se agrava por cuenta de un presidente polarizador que, además, pregona una política aislacionista.
En ese panorama tan sombrío, las mejores cifras laborales que se conocieron el jueves pasado fueron recibidas como una señal de que para el empleo lo peor había pasado. En efecto, en junio, los empleadores estadounidenses adicionaron 4,5 millones de empleos y la tasa de desempleo cayó de 13,3 a 11,1 %. Fue el segundo mes consecutivo en que las cifras superaron los pronósticos, después de la pérdida de 20 millones en abril.
Los mercados financieros celebraron las buenas nuevas con una frenética actividad especulativa que hizo que ese día Wall-Street cerrara al alza. El índice S&P 500 y el tecnológico Nasdaq crecieron 0,5 % al final de la jornada, después de que este último había crecido 1,5 % en las transacciones en el día, un récord. Las mejores cifras laborales fueron el complemento perfecto para una semana en que las bolsas veían con optimismo la apertura gradual de la economía y las buenas noticias en el desarrollo de vacunas para prevenir la enfermedad.
Hay que tomar con pinzas las noticias acerca de la recuperación del mercado laboral, sobre todo por la sensibilidad que suscita ese tema, ante la cercanía de las elecciones. En primer lugar, la interpretación de la reducción en la tasa de desempleo tiene sus bemoles, ya que es posible que los desempleados víctimas de la enfermedad o impedidos de buscar un empleo por las disfuncionalidades del mercado laboral, no estén siendo contados en las cifras oficiales. En mayo, el Economic Policy Institute estimaba que la tasa de desempleo, si se corregían esos efectos, podría haber alcanzado 19,7 % en lugar de 13,3 %, con una tasa de 30 % para los menos calificados y 35 % para la “generación Z”, entre los 16-23 años.
De otro lado, las noticias posteriores acerca de la marcha atrás en los desconfinamientos de estados tan importantes como Texas y California pusieron en evidencia la fragilidad de la recuperación de la economía. Hay un creciente temor acerca de la posibilidad de rebrotes y las nuevas cuarentenas seguramente impactarán las cifras de creación de empleos de julio. Ante esas realidades, algunas agencias especializadas han ido desplazando su previsión acerca de la llegada de la nueva normalidad y ajustando a la baja sus pronósticos de crecimiento para 2020. El tercer trimestre va a ser peor que lo esperado, teniendo en cuenta las nuevas restricciones. Frente a esas circunstancias, para Bloomberg la economía estadounidense va a caer 4,6 % en 2020, cuando antes se había proyectado -4,2 %.
En suma, la situación de la economía de Estados Unidos sigue siendo preocupante, así como las consecuencias sobre los mercados laborales y el resto del mundo. Tanto analistas privados como la FED han divulgado comunicados en los que manifiestan sus temores acerca de la incertidumbre que rodea a la recuperación. En contraste, Wall- Street registró sus mejores resultados trimestrales en veinte años. Es cierto que el frenesí de las bolsas reduce por ahora una fuente de riesgos adicionales, pero preocupa lo que pueda suceder más adelante .