Pico y Placa Medellín
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No es descabellado pensar que, en efecto, Daniel Quintero logró hacer una buena cosecha de dólares durante su alcaldía. No sabemos si 100 millones, pero la meta por lo visto no quedó lejos o tal vez la superó.
Hace un tiempo, un alto funcionario del entonces alcalde Daniel Quintero, dijo a periodistas de EL COLOMBIANO una frase que hoy suena a profecía: “Daniel me lo planteó claramente ese 14 de enero (de 2021): ‘Yo tengo que poner 100 millones de dólares para llegar a la Presidencia y esa plata me toca conseguirla a mí’”.
Ese testimonio ha ido ganando crédito con el paso del tiempo: ya suman 49 los imputados o con pliegos de cargos que tienen como protagonista a la alcaldía de Daniel Quintero (2020-2023). En Medellín, ya es vox populi: ni Alí Babá se atrevió a tanto.
Y ahora comenzó a hacer una campaña a la Presidencia –que si bien sufrió un descalabro legal esta semana– venía mostrando un despliegue de recursos nunca antes visto para un exalcalde: manifestaciones en plaza pública, a lo largo y ancho del país, apoyadas por personajes de dudosa reputación, algunos conocidos expertos en la compra de votos.
No es descabellado pensar que, en efecto, Daniel Quintero logró hacer una buena cosecha de dólares durante su alcaldía. No sabemos si 100 millones, pero la meta por lo visto no quedó lejos o tal vez la superó.
Ahí está para la muestra, la confesión conocida ayer, de un testigo clave en la presunta “venta” de Afinia. Contó cómo, en una de las reuniones, el exsenador William Ortega dijo que le tenían que “pagar 8 millones de dólares a Daniel Quintero”. Y que no era el único “comprador”. La caja registradora, al parecer, iba sumando de 8 en 8.
Y los casos se multiplican. El contrato del gas de Canacol y la construcción del gasoducto habrían dejado otros 10 y 50 millones de dólares, respectivamente, según testimonios recogidos por este diario.
En el presupuesto participativo, cada contrato tenía su mordida: entre el 10% y el 15 %. Si se hace la cuenta sobre los $1,2 billones invertidos en cuatro años, esa sola “comisión” representaría otros 50 millones de dólares para esa oscura alcancía.
No se salvaron ni los funcionarios ni los contratistas: debían entregar parte de su salario. Así lo confirmó la Procuraduría en un fallo de este año, que destituyó a un secretario de la época. Ni la Secretaría Privada escapó: los fondos fijos, esa caja menor destinada a gastos básicos, se usaron para pagar mercados de la familia Quintero y de otros beneficiarios sin rostro.
Hasta las mordidas frustradas dan cuenta del apetito del saqueo. En el Lote de Carabineros querían quedarse con otros 8 millones de dólares, y en el de Aguas Vivas, con más de 10 millones.
Un modus operandi tan sistemático que, no quedan muchas dudas, contaminó las 21 secretarías y las 36 empresas del conglomerado público —con ingresos de $50 billones—, convertidas en botín político y caja registradora para la supuesta Presidencia de este personaje.
El saqueo se veía con solo salir a la calle. Medellín quedó hecha añicos: escenarios deportivos destrozados, colegios cayéndose a pedazos, se cortó el internet en las escuelas, se dejaron de pagar servicios públicos y hasta a los silleteros les quitaron apoyo.
La plata se esfumaba, mientras la ciudad se hundía.
En algún momento se conoció un audio de una reunión de la Secretaría de Inclusión Social, la que maneja el PAE, Buen Comienzo, Adultos Mayores, entre otros, en el que les decían que “por un error” se les había acabado el presupuesto en julio. Y no podían decirle a nadie, so pena de ser echados.
Lo más irónico es que en 2009 Medellín funcionaba con poco más de $2 billones, y alcanzaba para construir grandes obras, financiar todo tipo de programas sociales y mantener la ciudad en buen estado. En 2022, con Quintero al mando, el presupuesto era de $7,7 billones —casi cuatro veces más—, pero el resultado fue ruina y desgreño. “¿Dónde está la plata?”, preguntamos en 2023. Hoy la pregunta sigue sin respuesta, aunque las pistas conducen a una sola dirección.
¿Cómo explica Quintero su actual despliegue político, con giras, eventos, publicidad y logística por todo el país? Su último sueldo como alcalde fue de $18,7 millones, que no alcanzan para andar de gira y tarimas por todo el país. Sin embargo, en Santa Fe de Antioquia y otros municipios, testigos reportan que ofrecen dinero y alimentación a los asistentes de sus eventos. ¿De qué bolsillo sale todo eso?
La realidad, a veces, se encarga de escribir la poesía más cruda. Mientras empezaba una suerte de exhibicionismo de recursos, la semana le estalló en la cara: videos de su hermano Miguel Quintero chicaneando con un penthouse de lujo y mensajes que revelan una red paralela de contratación en el Área Metropolitana; un juez envió a dos del combo Quintero a la cárcel; la Personería abrió pliego de cargos contra su gerente de EPM, Jorge Carrillo; y apareció la confesión del testigo estrella de Afinia. Estallido tras estallido. Cada día, una bomba nueva.
El tema cobra especial sentido al cierre de una semana que, como esta, puso a tambalear sobre la cuerda floja al exalcalde Quintero. No solo por las pruebas que empiezan a asomar, sino porque las mentiras que él mismo sembró sobre la consulta del Pacto Histórico terminaron sepultando su propia ambición presidencial. Se “autoeliminó” de las elecciones.
En política, a veces no se necesita enemigo: basta con la verdad.