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El Dane publicó recientemente una investigación en la que pone a punto sus medidas históricas de pobreza (monetaria y multidimensional). La información disponible hasta 2018 muestra, con algunas excepciones, que la pobreza está aumentando en Colombia, aunque en cada caso, por las características de cada medición, hay que buscar explicaciones distintas y también medidas de política diferentes.
La pobreza monetaria se puede calcular con una medida unidimensional, que toma un solo factor, y está asociada al nivel de ingreso familiar y a la canasta de bienes y servicios que se puede adquirir con dicho ingreso. La pobreza monetaria extrema mide el ingreso que se requiere para adquirir la canasta mínima para la subsistencia. La alternativa, con mayor énfasis en la calidad de vida, es la construcción de un índice llamado de pobreza multidimensional, porque incluye condiciones de la vivienda, condiciones educativas del hogar, condiciones de la niñez y juventud, trabajo, salud y acceso a servicios públicos.
Fueron malas las noticias para la pobreza monetaria y la multidimensional pues, como se dijo, ambas aumentaron. Entre 2017 y 2018, 190 mil personas entraron a la pobreza monetaria, con lo cual en términos porcentuales el indicador pasó de 26,9 % a 27 %. El indicador de pobreza monetaria tiene una estrecha relación con el ciclo de la economía y, por esa razón, mientras que la economía creció a buenas tasas entre 2010 y 2014, cayó de forma sostenida; al desacelerar el crecimiento se está viendo un cambio de tendencia que llevó al estancamiento de la medida entre 2015 y 2017, y a su retroceso en 2018. En contraste, fue buena la noticia de la reducción de los pobres extremos en 26 mil personas, porque también la mejoría del indicador se había detenido.
Por su parte, un millón ciento siete mil personas entraron a la pobreza multidimensional entre 2016 y 2018 (en 2017 se presentó un problema técnico en esta medida), con lo cual esta pasó de 17,8 % a 19,6 %. En este caso, lo preocupante es que por primera vez desde 2010 el indicador aumenta, cuando entre ese año y 2016 la pobreza se había reducido de manera continua, pasando de 30,4 % a 17,8 %.
A nivel de las ciudades aparecen hallazgos muy importantes. Se observan aumentos de la pobreza monetaria en las ciudades que están recibiendo relativamente un número mayor de migrantes venezolanos como Cúcuta (33,5 % en 2017 contra 36 % en 2018) y Bucaramanga (12 % contra 14,5 %). Están mejorando Bogotá y Cartagena.
Para la pobreza multidimensional existen cálculos que muestran diferencias abismales entre las regiones. Mientras que en el Caribe y el Pacífico la incidencia de la pobreza multidimensional supera el 33 %, en Bogotá llegó a su punto más bajo, 4,3 %. Las desigualdades no están disminuyendo, y tanto en el 2010 como en el 2018, las dos regiones más atrasadas son las dos primeras. En el caso del Caribe, la situación resulta alarmante, ya que entre 2016 y 2018, la pobreza aumentó de 26,4 % a 33,5 %.
Es bienvenido, por esa razón, el anuncio hecho ayer por el gobierno para luchar contra la pobreza. Es urgente actuar antes que se pierdan las ganancias del pasado. La recuperación del crecimiento y el empleo son claves para reducir la pobreza monetaria, mientras que en la multidimensional es posible, desde la política social, actuar sobre sus componentes. El regional no debe olvidarse para atacar los problemas particulares que se presentan. Estamos a tiempo.