Pico y Placa Medellín
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Un alcalde de Medellín de hace unos años -no muchos- solía cargar un portafolio en su maletín para mostrar con fotografías y cifras todas las obras que estaban construyendo en la ciudad. Pero su propósito no era hacer propaganda de su trabajo. Lo único que pretendía era lanzar una advertencia: “construimos todo esto, pagamos toda la nómina, invertimos en lo social y quedó plata”. Y a renglón seguido se preguntaba: “¿Usted se imagina qué hacen con la plata otros alcaldes que no hacen obras y a pesar de eso no les alcanza?”.
La imagen viene a la memoria con motivo de la aprobación en el Concejo de Medellín de cerca de 700.000 millones de pesos más para la administración del alcalde Daniel Quintero.
Por supuesto que nadie se va a oponer a que se aprueben recursos para reparar los colegios o para el programa Buen Comienzo. Desde estas mismas páginas hemos rogado que se tomen medidas urgentes para atender en particular esos dos frentes que han estado manga por hombro, así como el de los adultos mayores desamparados. Está bien que se hayan aprobado estos nuevos recursos. No había alternativa.
Lo que sí no tiene ninguna presentación es que el alcalde Quintero y su equipo apenas se hayan dado cuenta, dos años y medio después de comenzar su gobierno, que los colegios de la ciudad se estaban cayendo.
Hace unas cuantas semanas el propio Quintero reconoció su despiste, dijo que nadie le habló en campaña de los daños en la infraestructura educativa y por eso no se incluyeron recursos en el Plan de Desarrollo. ¡Vaya argumento!
¿No se dio cuenta Quintero ni su secretaria de Educación que cerca de 10 colegios han tenido que cerrar para no poner en riesgo la integridad de alumnos y profesores? Por no hablar de liceos emblemáticos como el Marco Fidel Suárez y el Gilberto Alzate Avendaño que no pueden utilizar todas sus instalaciones. ¿En qué andaban los de la Alpujarra que no se dieron cuenta?
Imaginémonos por un momento un grupo de niños que no tienen clases porque su colegio se está cayendo. ¿Qué se les puede decir? Que los ciudadanos sí pagaron sus impuestos pero que a la Alcaldía simplemente se le pasó destinar esa plata. ¿Para dónde se está yendo ese dinero?
Lo otro que tampoco tiene presentación es que se hayan tenido que pedir vigencias futuras para una inversión que como esta debería estar en el presupuesto de todos los años. Y más en una ciudad como Medellín que goza de buen flujo de caja. Quintero ha tenido el presupuesto más grande de la historia en la ciudad: 20,3 billones de pesos para los cuatro años (el presupuesto de Federico Gutiérrez fue cerca de 16 billones de pesos). Y con todo ese billete ¿no se le ocurrió a la Alcaldía destinar una plata para arreglar los colegios y para los jardines de Buen Comienzo?
Solo comparando con otras administraciones se ve la diferencia. Alonso Salazar destinó $170.000 millones para infraestructura educativa; Aníbal Gaviria, $137.000 millones; Federico Gutiérrez, $84.000 millones; y Daniel Quintero solo $43.000 millones. El presupuesto de educación en la Alcaldía de Medellín, solamente para 2022, es de $1,12 billones de pesos, ¿en qué se han gastado?
Tampoco tiene mucho sentido que a este gobierno, el de Quintero, se le aprobó el presupuesto más alto para atender a la primera infancia (de $450.000 millones en Federico Gutiérrez la ciudad saltó a $800.000 millones ahora) y a pesar de todo, la gestión ha estado marcada por graves denuncias por irregularidades. En construcción de infraestructura para la primera infancia, Quintero solo ha invertido $2.683 millones, una cifra considerablemente baja frente a sus tres antecesores ($21.136 millones de Gutiérrez, $31.752 millones de Gaviria y $72.095 millones de Salazar).
Pese a la desconfianza de un sector de los concejales, todos terminaron cediendo a la petición de la administración de forma unánime, sin un solo voto negativo, lo que le da carta blanca para ejecutar esos recursos que también comprometen las finanzas del próximo gobierno.
La preocupación que asalta a varios concejales es por la forma en qué se contratan las obras y se ejecutan los recursos. Hoy, tras la aprobación y el sabor agridulce que dejó el tema en el Concejo, han salido varias voces a pedir que se extreme la vigilancia y el control sobre el destino de esos recursos, mucho más estando ad portas de la campaña electoral para la alcaldía. Quintero, lo ha dicho, es partidario de la participación en política de los alcaldes. Sería muy triste que ese cheque que le firmó el Concejo se embolate en contratos a dedo o termine en malas manos