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El 2020 cerró con un 8,3 % de crecimiento de los flujos de remesas que recibieron Latinoamérica y el Caribe, según datos que reporta el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (Cemla). Un resultado inesperado, si se tiene en cuenta que en los datos del segundo trimestre estas se desplomaron (-4 %), con lo cual algunos analistas pronosticaban una caída anual del 20 %.
Las remesas cayeron, en un primer momento, como consecuencia del choque que representó la pandemia para la economía mundial, que frenó en seco y provocó la caída de los ingresos de los trabajadores migrantes, los más vulnerables frente a la crisis. Se veía poco probable que estos recuperaran su posición económica anterior a la pandemia y dispusieran de recursos para ayudar a sus familias.
Sin embargo, lo que se observa desde entonces es una rápida recuperación, que lleva a que en el último trimestre de 2020 las remesas crecieran 15,7 %, la tasa más alta observada en los últimos años. Existe, de todas formas, heterogeneidad en la manera como se comportaron las remesas en la región. Crecieron en Centroamérica (4.2 %), el Caribe (12.7 %) y México (9.6 %). En Suramérica caen (-1.0 %), siendo la reducción más acentuada en el grupo de países andinos ( -4.2 %).
Colombia, tuvo también un crecimiento de las remesas en 2020. Según las cifras del Banco de la República, el país recibió 6.853,3 millones de dólares por ese concepto, lo que representa un crecimiento de 1,78 % frente a 2019. También aumentó el envío de remesas a Antioquia y el Valle del Cauca. En enero, según la última información disponible, el dinamismo de las remesas se mantuvo con una tasa de crecimiento de 10 % frente al mismo mes en 2020.
Para Cemla, el crecimiento de las remesas en 2020 refleja los esfuerzos que realizaron los migrantes por mantener el apoyo a sus familiares, sobre todo en momentos tan difíciles. Puede ser que eso tenga que ver, ese compromiso existe con toda certeza, pero hay también razones objetivas que pueden explicar la recuperación de las remesas.
En algunos de los países receptores de los migrantes latinoamericanos (Estados Unidos, Reino Unido, UE) se dio apoyo a la población más vulnerable. En esas sociedades existe, en general, una mayor capacidad para proveer ayuda en tiempos de confinamiento y ofrecer la posibilidad de que los migrantes puedan tener un ahorro mínimo, aun en épocas de recesión. Las economías también comenzaron a recuperarse con la ayuda de las políticas de los gobiernos y los bancos centrales, las tasas de empleo mejoraron y con ello la posibilidad de que los migrantes normalizaran sus ingresos.
La pandemia también provocó cambios en la forma como opera el mecanismo para hacer una remesa. Impulsó un cambio tecnológico. Hasta ese momento, una remesa se hacía con presencialidad, ya que el migrante acudía a un operador para depositar el dinero para el giro. Con las medidas de restricción a la movilidad, surgieron alternativas no presenciales para hacer las remesas, que se sumaron a los instrumentos de los gobiernos para facilitar las cosas.
Desde un punto de vista macroeconómico, las remesas que llegan en este momento difícil son un apoyo a la cuenta corriente de las economías, y al consumo privado, especialmente de las familias de bajos ingresos. Esto, gracias a los migrantes que salieron de sus países buscando una mejor vida para ellos y sus familias