viernes
7 y 9
7 y 9
Hace poco más de un mes, el 20 de abril, el precio del petróleo de la cotización WTI (West Texas Intermediate) se desplomó, por primera vez en la historia, por debajo de cero y llegó a -US$36.98 el barril. El Brent cayó ese lunes negro pero tuvo una cotización positiva de US$17.36 y el 21 se desplomó a US$ 9.12. La capacidad mundial de almacenamiento de crudo se había copado, había un exceso de oferta alimentado en buena medida por la disputa entre Rusia y Arabia Saudita, al tiempo que la demanda caía súbitamente como consecuencia de los confinamientos estrictos para enfrentar la pandemia y los contratos a futuro del WTI se vencían. Antes de la crisis sanitaria en 2019 se consumían 100 millones de barriles en el día, la cifra cayó un 4 % en el primer trimestre y en abril disminuyó 30 %, según la Agencia Internacional de Energía (AIE).
En contra de lo que muchos analistas esperaban, dada esa situación, el precio del petróleo reaccionó relativamente rápido y subió. La cotización WTI superó la semana pasada la barrera de los US$ 30 por barril, mientras que la del Brent llegó a rozar US$ 35. La inesperada reacción se debió a la puesta en marcha del acuerdo entre los países productores y la salida del confinamiento de varias economías importantes.
Con el acuerdo de la OPEP plus (que incluye países como Rusia y México) se procedió, según Bloomberg, a la reducción más rápida y drástica de la producción de petróleo jamás vista. El acuerdo permitió retirar 10.7 millones de barriles del mercado a partir del primero de mayo, con lo cual se alivió notablemente la situación del abastecimiento. A ello se sumó la reducción de países como Estados Unidos que requieren precios más altos para sostener su producción. De otro lado, en la medida en que las grandes economías comienzan a encenderse con la salida del confinamiento también comienza a aumentar el consumo de petróleo.
La reapertura de las economías va a ser lenta y podría incluso presentarse un rebrote de covid-19 que podría moderar la reactivación. En todo el mundo, las tasas de desempleo van a ser muy elevadas según se desprende de los primeros datos conocidos, como por ejemplo los 47 millones de estadounidenses que solicitaron en abril la ayuda gubernamental al desempleo. La crisis de ingresos de los hogares como consecuencia del desempleo es un lastre para el despegue de la economía mundial.
Así las cosas, todo parecer indicar que, aunque se ha restringido la oferta de petróleo, la demanda no va a ser muy vigorosa, lo que limita el alza del precio. De hecho, el anuncio de China la semana pasada de no fijar una meta de tasa de crecimiento de la economía, rompiendo con esto una tradición de veintiséis años, fue leído por el mercado como una señal de debilidad, un símbolo de la inseguridad de los gobernantes chinos frente a las consecuencias económicas del covid-19, y un factor de incertidumbre para la economía mundial. La consecuencia fue que el viernes el precio del petróleo volvió a caer.
Esa es una mala noticia para Colombia que, como pequeño productor tomador de precios, requiere que se sostenga la recuperación del petróleo, que representó en 2019 el 40 % de las exportaciones y el 11 % de los ingresos del Gobierno. Todo depende del dinamismo de la actividad económica mundial, que está por verse.