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La disminución en las cifras de contagios y muertes por el covid-19, la llegada de nuevas dosis para retomar el ritmo de vacunación y la misma reactivación económica son noticias muy positivas que alegran al país por estos días. Sin embargo, todavía es temprano para cantar victoria frente a la pandemia. Preocupa que se esté bajando la guardia en la medida en que la gente está siendo inmunizada. En Bogotá, por ejemplo, el uso de la mascarilla pasó de un 89 por ciento a un 64 por ciento en las últimas semanas. Y las cifras no deben ser muy diferentes en Medellín, donde cada vez más personas circulan en las calles con el tapabocas mal puesto, dejando expuesta la nariz, lo que equivale a tenerlo en el cuello o en el bolsillo.
Con la reactivación económica, muchas empresas volvieron a llamar a sus empleados a las oficinas, cada vez hay más eventos presenciales y hasta regresaron los espectadores al fútbol. Por esto es tan importante mantener las medidas de bioseguridad, pues Colombia no está exenta de tener un cuarto pico, como lo han advertido autoridades sanitarias.
Aún estamos muy lejos del fin de la pandemia. Aunque hace días fue noticia lo dicho por una funcionaria de la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien, a título personal, señaló que estaría controlada en marzo del próximo año, la verdad es que oficialmente la OMS no ha dicho que así será. Con más de 200 millones de contagios en el mundo, con un virus y variantes que aún circulan con alta peligrosidad y con una vacunación a todas luces inequitativa y que no alcanza proporciones suficientes en la mayoría de los países en desarrollo, es imposible pensar que la pandemia estará dominada en marzo.
Lo que debe proceder es acelerar la campaña de vacunación cuyos buenos resultados están más que demostrados. El Ministerio de Salud acaba de revelar las conclusiones del estudio sobre su efectividad en Colombia. Según este, se evidenció que todas las personas vacunadas han tenido un riesgo mucho menor de presentar una enfermedad severa que requiriese hospitalización o de fallecer por esta enfermedad, en comparación con quienes no recibieron la vacuna, independientemente del grupo de edad. Ahora el reto es cómo hacer para que la gente más reticente se vacune. Las estadísticas del Ministerio muestran alguna mejoría, pero siguen siendo preocupantes los casos en mayores de 50 que no han recibido una dosis.
En este orden de ideas, sería razonable pensar en volver obligatoria la vacunación, como ya lo están haciendo varios países. La Constitución colombiana dice claramente que toda persona tiene el deber de procurar el cuidado integral de su salud y la de su comunidad. No se trata de meter a la cárcel a quien no se quiera vacunar, pero sí hay otras formas, como exigir el pasaporte digital de vacunación para ingresar a ciertos sitios, tal cual lo hizo Medellín en la Feria de la Flores. Claro está que estas medidas dependerán mucho de cómo avancemos en la vacunación.
En Colombia ya algo más del 30 por ciento de la población ha recibido el esquema completo. Aunque se dio un bache en la vacunación (en Medellín se presentó un mes de retrasos) por la falta de suministros, ahora se retoma el ritmo con la llegada de las vacunas. Sobre la tercera dosis, el Ministerio de Salud acaba de autorizar su aplicación para los mayores de 70 años. El llamado es para que las personas que no se han aplicado la segunda dosis acudan a hacerlo y para que, por supuesto, lo hagan también los renuentes o escépticos