x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

Editorial

Un mundo feliz

Medellín está en una suerte de esquizofrenia: por un lado, una ciudad que se ahoga en escándalos de corrupción y, por el otro, una ciudad virtual creada por la administración, de tiros de cámara espectaculares y narrativas de ficción.
Un mundo feliz
ilustración Elena Ospina Publicado

Kim Jong-un, el líder norcoreano, ha decidido prohibirles a los ciudadanos reírse durante once días. Eso sucedió el viernes pasado y es un ejemplo de hasta dónde puede llegar una dictadura.

El poder suele tener un efecto alucinógeno. Quienes lo detentan, aquí o en Cafarnaún, sufren una suerte de desprendimiento de la realidad. Los neurólogos y siquiatras lo han descrito como el síndrome de Hubris o adicción al poder. Se trata de un concepto griego que puede traducirse como “desmesura” y que se refiere al orgullo o la confianza muy exagerada en sí mismo, la cual se adueña, sobre todo, de algunos que ostentan el poder.

Cuando un gobernante convoca a su rendición de cuentas en un centro de espectáculos como es el de La Macarena, algo de ese talante se dibuja en él. El alcalde como el centro del show, la política llevada al escenario del entretenimiento y en donde se tiende a exaltar de manera exagerada lo que se ha hecho.

Se podría alegar que es una buena idea usar La Macarena para lograr una concurrencia masiva de público: que los ciudadanos puedan hacer veeduría directa. Sin embargo, a ese argumento le salen grietas cuando quienes asisten son exclusivamente funcionarios públicos y lo hacen, además, por obligación. A todos ellos les llegó una directriz en la que se les indicaba que su jornada laboral comenzaba ese día en La Macarena. Era, sin duda, una orden. El servidor público no puede ser el invitado a aplaudir al mandatario de turno, su trabajo se debe a la gente. Al servidor público se le paga con los impuestos de los contribuyentes para solucionar los problemas que todos los días aquejan a los ciudadanos, no para llenar los huecos de las tribunas en el espectáculo del administrador de turno.

Un detalle más. A la entrada de La Macarena exigían presentar el carné de la alcaldía. Tal vez tiene que ver con que querían evitar que se repitieran las rechiflas, como las que se dieron en el Estadio antes de un partido de fútbol del Nacional y luego aquellas en el Teatro Carlos Vieco en la premier de la película Rodrigo D remasterizada. Desde entonces, el alcalde ha dosificado, si no suprimido, sus salidas a espacios públicos de gran concurrencia. La rendición de cuentas era, evidentemente, un espectáculo controlado.

Y llegó la hora del performance. Un despliegue de pantallas gigantes, de cámaras con drones, que no se compadece con las dificultades que sufren hoy muchos ciudadanos. Mientras la indigencia en las calles crece, el espectáculo en La Macarena duele.

Bajo una pancarta en la que se leía: “Era imposible hasta que lo hicimos”, el alcalde comenzó a exponer obras que ya estaban prácticamente hechas cuando su administración llegó. Apareció el cable de El Picacho, por ejemplo, que ya tenía un 86 % de avance cuando Quintero asumió. Apareció también la fotografía de Hidroituango (¡“Era imposible hasta que lo hicimos”!), a pesar de que los hechos se han encargado de mostrar que, precisamente, fue Quintero, con su demanda al consorcio, el que puso en grave riesgo el pago de la póliza. Y no dejó de lado la narrativa de división y odio que no falta en la cartilla de los demagogos: “Lo que venía pasando en la ciudad era que unos empresarios muy ricos no le dejaban espacio a los pequeños emprendedores”, dijo, a pesar de que la estructura empresarial de la ciudad tiene una alta concentración de microempresas (86,8 % del tejido empresarial formal).

Lo ocurrido para algunos puede parecer una simple anécdota. Pero revela que Medellín está viviendo en una suerte de esquizofrenia: por un lado, está una ciudad que en la realidad se ahoga en escándalos de corrupción y, por el otro, una ciudad virtual creada por la administración, de tiros de cámara espectaculares, de eslóganes y narrativas de ficción y fondos de pantalla que quieren hacer creer que vivimos en un mundo feliz.

En este momento, cuando solo han pasado tres días desde la prohibición, los 26 millones de habitantes de Corea del Norte siguen sin poder reírse 

Porque entre varios ojos vemos más, queremos construir una mejor web para ustedes. Los invitamos a reportar errores de contenido, ortografía, puntuación y otras que consideren pertinentes. (*)

 
Título del artículo
 
¿CUÁL ES EL ERROR?*
 
¿CÓMO LO ESCRIBIRÍA USTED?
 
INGRESE SUS DATOS PERSONALES *
 
 
Correo electrónico
 
Acepto Términos y Condiciones Productos y Servicios Grupo EL COLOMBIANO

Datos extra, información confidencial y pistas para avanzar en nuestras investigaciones. Usted puede hacer parte de la construcción de nuestro contenido. Los invitamos a ampliar la información de este tema.

 
Título del artículo
 
RESERVAMOS LA IDENTIDAD DE NUESTRAS FUENTES *
 
 
INGRESE SUS DATOS PERSONALES *
 
 
Correo electrónico
 
Teléfono
 
Acepto Términos y Condiciones Productos y Servicios Grupo EL COLOMBIANO
LOS CAMPOS MARCADOS CON * SON OBLIGATORIOS