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En la pasada reunión de la junta directiva del Banco de la República hubo consenso, desde un principio, en la necesidad de subir tasas. La discusión, más bien, se centró en el tamaño del ajuste que se haría. Cuatro de los siete miembros votaron por un incremento de 25 puntos básicos y los tres miembros restantes, a favor de un alza mayor (50 puntos básicos). Al ganar la mayoría, la tasa de referencia pasó de 1,75 a 2 por ciento. Pocas veces, frente a decisiones de aumento de tasas, se ha presentado tan marcada unanimidad en la junta directiva, incluyendo al ministro de hacienda quien usualmente es partidario de no subir intereses para no afectar el crecimiento económico.
Esto lo que significa es que la junta directiva y el equipo técnico del Banco vieron razones de peso para comenzar el proceso de normalización de la política monetaria, que se hizo extremadamente expansiva con motivo de la pandemia del coronavirus. Entre los argumentos para dar este giro está, de un lado, la reactivación económica, que está tomando fuerza. La demanda interna, al igual que la de los principales socios comerciales del país, ha mostrado mayor dinamismo. De hecho, el equipo técnico elevó la proyección de crecimiento económico a 8,6 por ciento para 2021 y de 3,9 por ciento en 2022. Y, de otro lado, está el argumento de que la inflación anual ha venido subiendo. En agosto se situó en 4,4 por ciento, por encima del rango meta establecido (entre 2 y 4 por ciento). Pero, además, aumentaron las expectativas de inflación, lo que disparó las alarmas, obligando a la junta directiva a actuar de inmediato. Hay que evitar que un incremento en las expectativas desemboque en un alza generalizada de precios, lo que deterioraría la capacidad adquisitiva de los colombianos, asunto por el que debe velar la junta, según el mandato constitucional.
En muchas partes, los bancos centrales comenzaron ha desmontar los alivios que se dieron durante la pandemia del covid-19, arrancando con los estímulos fiscales. Las tasas de interés casi llegaron a cero en todos los países. En este orden de ideas, los bancos centrales de México y Chile ya habían dado el giro. El de Colombia estaba un poco más atrás.
Teniendo en cuenta las anteriores razones, la decisión de la junta directiva del Banco de la República ya la esperaba el mercado: no fue una sorpresa. Sin embargo, no les gustó a muchos agentes económicos, entre ellos los comerciantes, preocupados porque se pueda frenar el repunte de las ventas. Aunque esto no tendría que suceder, pues la política monetaria continúa expansiva. El actual nivel de tasa de interés, de dos por ciento, sigue siendo históricamente bajo. De hecho, es una tasa negativa. Es decir, la tasa está por debajo de la inflación observada. Esta situación no es aconsejable. Como dice el gerente del Banco de la República, Leonardo Villar, es anómala y no puede perdurar indefinidamente.
Frente a los efectos que tendrá el incremento de la tasa en los créditos del mercado, cabe aclarar que el traslado no es inmediato. Muchos de los préstamos con el sistema financiero ya tienen pactadas las condiciones, como los hipotecarios con tasas fijas. Esto no tiene por qué cambiar. En los nuevos préstamos es probable que el efecto se vea más pronto. Analistas pronostican que, en lo que resta del año, el Banco podría anunciar nuevos incrementos. La estrecha votación que hubo entre decidir si subían un cuarto de punto o medio hace pensar dicha posibilidad. En resumen, hay que decir que la junta directiva vio más peligros en la inflación que en el crecimiento. Mantener la inflación bajo control es un elemento fundamental para que la reactivación sea sostenible