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Editorial

¿Y la rebaja de tarifas?

Si se quiere mejorar la prestación del servicio, es necesario que las empresas realicen inversiones millonarias para mejorar las redes eléctricas.
Publicado

Cuando se anunció en septiembre pasado el Pacto por la Justicia Tarifaria, los colombianos que habían visto subir como espuma el valor de los recibos de energía se entusiasmaron porque esperaban un alivio significativo en los pagos por este servicio básico.

Los más esperanzados con este anuncio fueron los habitantes de la Costa Caribe que vieron aumentos superiores al 40% este año, por encima del promedio nacional cercano al 30%, casi tres veces más lo que ha subido la inflación.

Pues bien, la ministra de Minas y Energía Irene Vélez, después de varias reuniones con representantes del sector, anunció que las tarifas disminuirían en promedio en 4% a partir de noviembre. Aunque se hicieron acuerdos con los agentes del sistema eléctrico —según el ministerio se lograron 952 contratos y más de 80 empresas anunciaron una disminución de tarifas de manera voluntaria—, esta reducción es todavía marginal y no compensa todo lo que ha subido el servicio de energía este año.

Pero no se pueden esperar reducciones sustanciales porque la fijación de precios depende de muchos factores y actores de la cadena, entre los que se encuentran los generadores, transportadores, distribuidores y comercializadores. Un representante de una compañía señaló que no se puede engañar a los usuarios ya que las tarifas no van a bajar 20% o 30% cuando se requieren tantas inversiones.

Este es uno de los temas críticos porque si se quiere mejorar la prestación del servicio, especialmente en la costa Caribe que es la que presenta los mayores problemas, es necesario que las empresas realicen inversiones millonarias para mejorar las redes eléctricas. Este se ha vuelto un círculo vicioso porque las empresas no realizan las inversiones necesarias aduciendo que no cuentan con los recursos para ello por el impago por parte de usuarios y el robo de energía, y los usuarios dicen que no pueden pagar por un mal servicio.

Para realizar las inversiones se están estudiando toda clase de alternativas, entre ellos préstamos con la banca multilateral.

Un informe de la Asociación Colombiana de Grandes Consumidores de Energía Industriales y Comerciales (Asoenergía) considera que se requieren mayores esfuerzos porque hasta el momento no se han visto los resultados esperados. “Los resultados en términos de número de contratos ajustados no indican para nada el éxito de la sugerida negociación, porque en realidad no se ajustaron significativamente ni los precios base, ni el indexador a mediano plazo, ni el tiempo suficiente para lograr un cambio”, señala el informe.

En el Congreso también le han reclamado a la ministra la poca efectividad de las medidas adoptadas y le piden mayor agilidad en las decisiones para fijar tarifas de energía justas para el Caribe.

El sector energético está a la espera que de que defina cuál es el indexador para la fijación de precios, ya que al estar atados al Índice de Precios del Productor (IPP), las tarifas se han incrementado mucho más que la inflación.

Otro de los temas sobre los cuales el sector tiene la mira puesta es la entrada en operación de los proyectos de energías renovables como la eólica y solar. A pesar de tantos anuncios del gobierno sobre la necesidad de acelerar la transición energética para descarbonizar la economía, lo cierto es que muchos de estos proyectos no avanzan al ritmo esperado por las demoras en las consultas previas con las comunidades y los temas de licenciamiento ambiental, que se han convertido en los principales cuellos de botella.

El ex ministro de Minas y Energía, Amylkar Acosta, en un foro de energías renovables indicó que en lugar de parques eólicos en la Costa Atlántica vamos a tener parques de ventiladores si no entran los más de 2.400 megavatios por los atrasos de Colectora, un proyecto de transmisión que es clave para llevar esta energía al resto del país.

Las renovables no solo diversificarán la matriz energética, sino que, además, servirán de respaldo a las fuentes hídricas en caso de que se produzca una fuerte sequía que disminuya el nivel de los embalses. Pero nada asegura que con su entrada en marcha bajen las tarifas.

Por lo pronto, una buena noticia es la entrada en operación de las dos primeras unidades de generación de las ocho del proyecto Hidroituango, la central hidroeléctrica más grande del país, que brindará mayor confiabilidad al sistema.

Es necesario que gobierno, empresas y regulador aceleren las medidas para reducir los costos de las tarifas de energía y evitar una nueva frustración a los usuarios y mayor malestar en la Costa Caribe

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