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Varios hechos positivos dejó esta jornada electoral, que tuvo una mejor participación que en otras contiendas por autoridades locales en todo el país.
Uno de los más destacados, a mi modo de ver, es que la democracia se expresó para castigar los malos gobiernos, especialmente en una ciudad como Bogotá. En el pasado hubo mandatarios con favorabilidad hasta del 46 por ciento y hoy solo llega al 18 por ciento, lo que indica un cansancio de la ciudadanía frente a gobiernos que no responden a los retos planteados y por eso el voto en su contra.
Otro asunto importante en los resultados es que el voto de opinión ganó en las cinco principales ciudades del país y con ello derrotaron a los partidos tradicionales, que quedan en deuda con sus electores.
Y en Medellín, Federico Gutiérrez, un muchacho que se conectó con el ciudadano de a pie logró, con esa cercanía, derrotar al político más aguerrido de Colombia, el expresidente Álvaro Uribe Vélez.
Ya en el panorama general, si bien el Centro Democrático logró sumar en las alcaldías de Antioquia y conquistar esas bases políticas, frente a otros partidos, lo cierto es que perder la Gobernación de Antioquia y la Alcaldía de Medellín, es quedarse sin el premio mayor en la contienda.